Opinión

Tocando la lira

Rafael M. Martos | Jueves 14 de agosto de 2025

España arde. Arde León, arde Galicia, arde Madrid, arde Cádiz… Más de 6.000 desalojados, miles de hectáreas reducidas a carbón, patrimonios naturales como Las Médulas amenazados por el avance de las llamas. Y en medio de ese paisaje de humo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no aparece. Ni visita a los profesionales que se dejan la piel, ni pisa un municipio afectado, ni interrumpe sus vacaciones para dar una imagen mínima de compromiso.

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Los incendios no entienden de agendas, pero Moncloa sí. El resto del Ejecutivo tampoco se ha dado por aludido. España está en llamas y en el banco azul no hay ni un guardia de guardia. Los únicos que sí interrumpen su descanso son los bomberos, retenes, brigadas forestales y voluntarios, que trabajan de sol a sol con recursos siempre escasos. A ellos les basta con un casco y una manguera; a nuestros dirigentes parece que les hace falta algo más… como que el fuego llegue hasta la puerta de la Moncloa.

En tiempos de Roma, Nerón pasó a la historia por tocar la lira mientras la ciudad ardía. No está documentado que fuera cierto, pero la imagen quedó grabada para siempre. Hoy, el paralelismo es incómodo: el país ardiendo, y el presidente, lejos del humo, afinando su propia partitura política. Si Nerón tenía su lira, Sánchez tiene sus comunicados de solidaridad, sus mensajes en redes y sus ruedas de prensa asépticas. El fuego real, ese que asfixia pueblos y devora montes, parece cosa de otros.

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Resulta difícil comprender que un líder político no vea la necesidad de estar físicamente en el lugar del desastre, aunque solo sea para dar aliento a quienes arriesgan la vida. Es lo mínimo exigible, más allá de lo simbólico. En cambio, se opta por una gestión a distancia, donde el humo se ve solo en fotografías y la ceniza no mancha los zapatos.

Mientras, los incendios siguen avanzando. Galicia ya ha perdido más superficie que en todo 2024; en Castilla y León, el fuego se ha colado hasta los límites de un Patrimonio de la Humanidad; en Tarifa, más de 2.000 personas han sido desalojadas de urgencia. Y el viento no da tregua.

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El problema es que en España parece que la lira política suena siempre más alta que el crujir de los pinos ardiendo. Y así, mientras el país se consume, el presidente puede seguir afinando. Los que apagan el fuego de verdad no tienen tiempo para conciertos.