Hace tan sólo dos o tres semanas, en pleno proceso de búsqueda de avales por parte de los candidatos para las primarias del Partido Socialista, para la elección de su Secretario General, vacante por la renuncia del Sr. Pérez Rubalcaba, escribía mi columna habitual de los sábados que titulaba “Moderado Sánchez”.
Me cuestionaba entonces, y mucho más ahora, la aparente moderación del Sr. Sánchez, naturalmente, siempre en comparación con los otros dos contendientes correligionarios, a tenor de algunas manifestaciones por él realizadas durante su campaña electoral y dirigidas a la militancia del PSOE.
Vaya por delante mi felicitación al Partido Socialista por su proceso de primarias, extendido a todos los afiliados y aunque la participación no puede ser calificada de brillante, puede que este procedimiento de elección sea imitado por otras fuerzas políticas, en un futuro más o menos lejano. Felicidades también al Sr. Sánchez por su rotunda victoria que, naturalmente, tendrá que ser refrendada en el próximo Congreso de su Partido.
Sin embargo, es sorprendente que, sin haber tomado posesión formalmente de su cargo, el Sr. Sánchez ha empezado a tomar decisiones, alguna tan importante como la de obligar a su grupo de 14 Eurodiputados a votar en contra de la elección del Presidente de la Comisión Europea, previamente pactada y firmada, y que había llevado aparejada para su grupo algunos cargos de cierto relieve. Estoy seguro que esta decisión habrá incomodado al Grupo Socialdemócrata de la Cámara, a los diputados de su grupo y, por supuesto, al todavía ejerciente Sr. Pérez Rubalcaba.
Es cierto que la votación ha sido secreta y que cabe la posibilidad de que alguno de los socialistas españoles, haya desoído la consigna de su nuevo líder, pero la imagen dada estará gravitando durante los próximos 5 años en el trabajo de estos eurodiputados.
Evidentemente, el paso dado por el Sr. Sánchez, no permite afirmar que estamos ante un hombre de Estado, que aspirará, seguramente, a competir con el Sr. Rajoy en las próximas elecciones generales del 2015. Un estadista no incumple pactos tan importantes, y, sobre todo, siempre debe asumir los compromisos contraídos por sus antecesores, lo que, sin duda, es una muestra de seriedad de unos dirigentes y de un país. En consonancia con este comportamiento, cabe temer una mayor radicalización en este sentido por parte del Sr. Sánchez y de su Partido, máxime teniendo en cuenta que una parte importante de su electorado, ha optado en las ultimas europeas, por votar a la formación Podemos, formación con la que, curiosamente, se ha alineado en la elección del Presidente de la Comisión Europea, junto con otras formaciones de ultraderecha y eurófobas.
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