El spot de la UD Almería para animar a los aficionados a que suscriban sus abonos es un buen ejemplo de machismo, y por eso tal vez también sea soez, y en definitiva lamentable.
No me gusta el fútbol por diversas razones que no vienen al caso, pero como a veces es imposible huir de él, reconozco que he visto algunos partidos tanto por televisión como en las gradas. Así, son unas veces los periodistas y comentaristas profesionales, y otras los amigos quienes me han ido explicado las estrategidas que para un profano pasan desapercibidas en la inmensidad verde (¡mira que es grande aquello!) del terreno de juego.
Reducir la práctica futbolera a la testorena de los jugadores es poco riguroso, porque al fútbol se juega con el cerebro y con la forma física, no con los testículos.
No entiendo que la UD Almería diga claramente que los jugadores le van a echar huevos, y que ese sea el argumento principal para animar a abonarse al club.
Podría hacer algunos comentarios ingeniosos sobre esta cuestión y la posibilidad de que eso aumente los abonos femeninos o de que algunos maridos prefieran que sus esposas e hijas dejen de acudir al Estadio de los Juegos, pero eso no sería más que seguir manoseando el machismo repugnante que refleja el spot.
A cualquier aficionado al fútbol se le vienen a la cabeza sentimientos como la pasión por los colores del club, el amor por la ciudad/provincia (aunque en los grandes clubes ya sabemos que nadie es ni de la ciudad ni de la provincia que lucen en las camisetas)... o decenas de conceptos más en los que no voy a entrar porque no es a mi a quien han pagado para hacer el guión. Es increíble que con lo épico que pintan el fútbol los aficionados, luego el spot quede reducido a la barra de un taberna en la que unos borrachuzos comentan un partido con el vaso en la mano diciendo “esos lo que tiene que hacer es echarle cojones... que tienen que echarle güevos... que juegan como nenazas... que son una pandilla de maricones con balón...” Ese parece ser el target del aficionado al que se dirige la UD Almería ¡enhorabuena, genios!
Machista y malo, porque hace falta ser malo para no darse cuenta de que hasta la olla está sucia.
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