Julio Ceballos es consultor de negocios internacionales especializado en el mercado de China y presentará el próximo 22 de mayo en la Cámara de Comercio de Almería, su segundo ensayo con la editorial Ariel titulado "El calibrador de estrellas". Este libro es ya uno de los tres libros de no-ficción más vendidos de España. Con motivo de este evento, hemos querido conocer su visión sobre el "modelo Almería" y sus semejanzas con China, así como los problemas que puede suponer para nuestra economía la guerra arancelaria y la competencia que supone en un mercado global.
• La sinopsis de El calibrador de estrellas indica que “sin China no se puede comprender un siglo XXI en el que solo se progresa aprendiendo de las experiencias ajenas” ¿Podría explicarnos en qué consiste este argumento central de su libro y por qué considera que es crucial hoy para los lectores?
El eje del libro es claro: China no es un espejo, pero sí una escuela . En el siglo XXI, la relevancia se construye no con dogmas, sino con aprendizaje constante de las mejores prácticas globales, aunque provengan de nuestros competidores o de sistemas y culturas con valores muy diferentes a los nuestros. La narrativa de El calibrador de estrellas no propone imitaciones ciegas, sino absorber lo que funciona , adaptarlo y fortalecer así un modelo europeo renovado. Porque el verdadero liderazgo no es resistirse al cambio, sino absorberlo, moldearlo y proyectarlo con visión propia . China puede inspirarnos cambios y buenas prácticas compatibles con nuestro sistema.
• En su obra destaca “claves exportables a Occidente” como la meritocracia, la inversión en educación, el espíritu emprendedor o la planificación a largo plazo. ¿Cuál de estos aprendizajes chinos cree que es más urgente incorporar en nuestra realidad actual, marcada por la competitividad global? ¿Podría dar algún ejemplo concreto de aplicación?
La planificación a largo plazo es la madre de todas las reformas. En un entorno de shocks constantes y geopolítica líquida, improvisar es la mejor manera de seguir perdiendo relevancia y competitividad. Europa necesita aprender de una China que diseñó el siglo XXI desde cero y en apenas 40 años . El ejemplo chino nos interpela: si no planificas a 30 años, serás irrelevante en 10. Instituciones y empresas deben pensar en décadas, no en trimestres. Si España quiere liderar, debe responder una pregunta fundamental: ¿qué queremos ser en 2050 y qué estamos sembrando hoy para lograrlo? .
• Durante la presentación en el Instituto Confucio de Madrid se planteó el debate tradicional chino del ti (esencia) y yong (uso). ¿Cree usted que Europa o España enfrentan hoy un dilema similar al de China del siglo XIX, es decir, modernizarse sin perder su identidad cultural? ¿Cómo aborda esta cuestión en su libro?
Sin duda. Europa se debate entre proteger una identidad cultural gloriosa y modernizarse en un mundo competitivo. Pero la tradición sin transformación es momificación . Lo que propone el libro es un diálogo: integrar lo útil (yong) sin traicionar la esencia (ti) . Se puede planificar con precisión china y seguir votando en democracia, manteniendo nuestro sistema liberal y multipartidista. Se puede fomentar la excelencia sin sacrificar la equidad. Modernizar no es traicionar, es fortalecer lo que somos para sobrevivir como queremos .
• El libro articula su análisis en torno a varios “plug-ins” o herramientas de aprendizaje chino. ¿Podría comentar alguno de estos complementos, por ejemplo la planificación estratégica a largo plazo o la cultura del esfuerzo, y cómo los ve aplicables a las instituciones y empresas occidentales?
El complemento de la cultura del esfuerzo es esencial. China ha hecho de la excelencia una obligación, no una opción. En España, debemos pasar del “que inventen ellos” al “que aprendamos todos”. Desde la educación hasta la función pública, premiar el mérito debe dejar de ser una excepción. Necesitamos una Europa que promueva la competitividad y el afán de superación. recompensa el talento con responsabilidad, que convierte la exigencia en oportunidad. La mediocridad es el verdadero enemigo. El futuro no será del más benévolo, sino del más eficaz y mejor preparado para competir.
• En las últimas semanas hemos visto que Estados Unidos elevó sus aranceles hasta el 145% y China respondió subiendo al 84%, tensionando la economía global. Desde su perspectiva, ¿cómo pueden las ideas de El calibrador de estrellas contribuir a enfriar esta confrontación? ¿Qué lecciones deberían extraer los gobiernos occidentales de la estrategia china en este contexto?
El libro defiende el pragmatismo estratégico . Frente a una guerra comercial absurda, propongo una tercera vía: competir con China sin confrontarla, cooperar sin depender, aprender sin subordinarse . China responde a los aranceles no con ideología, sino con resiliencia estratégica. Los gobiernos occidentales deberían aprender que el proteccionismo es un paraguas, pero la competitividad es el único abrigo real . Y esa se construye con planificación, educación e innovación.
• El artículo de El País señala que el portavoz chino Lin Jian acusó a EEUU de “estrangular a otros países” mediante aranceles. ¿Interpreta usted estas declaraciones a la luz de su mensaje sobre aprender de China? ¿Cree que estas recriminaciones están alineadas con la narrativa de su libro de entender las motivaciones chinas?
Totalmente. China se siente en su derecho de defender su autonomía estratégica, y el libro explora precisamente esa lógica de supervivencia y soberanía tecnológica . Entender sus motivaciones no es justificar, es anticipar. En vez de reaccionar tarde, debemos comprender que para China la confrontación no es ideológica, es funcional. Su respuesta a la presión externa es mejorar internamente, no lamentarse ni autocompadecerse. Saben que la relevancia no se mendiga, se construye. Europa debería hacer lo mismo.
• Washington ha criticado el acercamiento de algunos países europeos a China al tiempo que España ha intensificado sus relaciones comerciales con Pekín. Por ejemplo, Pedro Sánchez ha viajado recientemente a China justo cuando la tensión arancelaria estaba en su punto álgido. ¿Cómo valora usted esta aparente divergencia entre EEUU y España/UE, y de qué modo cree que su libro puede aportar una visión orientadora al respecto?
Lo célebre. Mientras EE.UU. impone sanciones, España explora sin miedo, dialoga sin complejos y construye puentes sin sumisión . Eso es diplomacia estratégica. Sánchez se reunió con Xi Jinping en un momento clave, enviando una señal clara: Europa no está obligada a elegir bando, puede y debe tener voz propia. La estrategia no es pro Pekín ni pro Washington. Es pro Europa y pro España. Mi libro es una brújula en esta dirección: no copiar a nadie, pero sí inspirarse en quienes lideran el cambio .
• Ante la crisis en las cadenas de suministro global y la revisión de estrategias comerciales, ¿qué mensaje daría usted a los lectores españoles sobre la combinación de pragmatismo económico y apertura cultural que promueve su libro? ¿Cree que el enfoque de diálogo con China que usted plantea debería cambiar la narrativa habitual en los medios?
Que el futuro será de los países que combinan cabeza fría con agilidad, mentalidad abierta y afán de superación . No podemos tener soberanía sin industria ni influencia sin cultura. Mi mensaje es claro: menos prejuicio y más estrategia , menos miedo y más curiosidad. Europa debe dejar de soñar con ser el centro del mundo y empezar a actuar como su mejor versión: una civilización sabia, resiliente y capaz de aprender incluso de sus rivales.
• En la práctica, España ha estado intentando atraer inversiones chinas y abrir nuevos mercados. Recientemente la Junta de Andalucía anunció compromisos por 2.500 millones de euros en inversiones tras su misión a China. ¿Valora usted estos resultados en clave de largo plazo? ¿En qué medida cree que las empresas y administraciones españolas están aplicando las «estrategias chinas» o «plug-ins» que analizan en su obra?
Con visión. Andalucía, y especialmente Almería, están entendiendo que no se trata de ser “la huerta de Europa”, sino el laboratorio de su próxima revolución agroindustrial . La cultura del esfuerzo, el aprovechamiento extremo del agua y la innovación invernadera almeriense son paralelos directos con modelos chinos de alta eficiencia. El futuro está en alianzas de valor agregadas, no en visiones exclusivamente folclóricas o románticas.
• Pedro Sánchez se reunió con Xi Jinping poco después de la escalada arancelaria. En su opinión, ¿qué señales envía este acercamiento diplomático a la comunidad internacional, y cómo encaja con las ideas de aprendizaje mutuo de su libro? ¿Ha percibido usted un cambio de rumbo o de mentalidad en las autoridades españolas tras esos encuentros?
Envía una señal de madurez geopolítica. Mientras otros países temen el ascenso de China, España propone aprender de él, sin ingenio, sin sumisión y sin dependencia. Esta aproximación pragmática y ambiciosa se alinea al 100% con mi libro: convertir a nuestro mayor competidor en nuestro mejor maestro . Ya no es tiempo de trincheras ideológicas, sino de sinergias inteligentes. Un puente no es neutral, es útil.
• Más allá de la política, El calibrador de estrellas toca también aspectos culturales y personales (por ejemplo, menciona rasgos chinos heredados de su familia). ¿Cómo cree que la cultura china –sus valores, filosofía o historia– puede dialogar con la cultura española? ¿Hay algún elemento cultural chino que le haya inspirado especialmente en la redacción del libro?
La filosofía confuciana del esfuerzo, la armonía y el respeto al conocimiento. Me inspiran su reverencia por los ancestros y la idea de que la historia no es un lastre, sino una brújula . Admiro su autoexigencia, su capacidad de comprometerse con retos a largo plazo, su perseverancia y el valor que dan a la educación. El taoísmo, por ejemplo, enseña que hay que fluir con los cambios. Ese diálogo cultural, que se abre en el libro, es el que puede enriquecer enormemente a la cultura española, tan vibrante como adaptable.
• En Andalucía se resalta la fortaleza de su agroindustria y sector tecnológico para atraer inversión china y en Almería en particular la industria del invernadero. Almería produce 3,8 millones de toneladas de frutas y hortalizas “bajo plástico” y se la considera la «Huerta de Europa». ¿Ve paralelismos entre este modelo de esfuerzo colectivo e innovación almeriense y las virtudes (como la cultura del esfuerzo y la capacidad de innovar) que destaca de China en su libro? ¿Qué lecciones intercambiar podrían ambas experiencias?
Por supuesto. Almería es un ejemplo de cómo un entorno complejo puede convertirse en un ecosistema de innovación puntera. Su “milagro agrícola” es fruto de planificación, innovación, trabajo colectivo y audacia. Igual que China. La conclusión es clara: la escasez no es una excusa, es una oportunidad para innovar .
• El Ayuntamiento de Almería ha estrechado lazos institucionales con ciudades chinas portuarias y agrícolas, señalando similitudes estratégicas. Desde la óptica de los aprendizajes que propone en su libro, ¿qué oportunidades ve usted en iniciativas como este hermanamiento Almería–Lianyungang? ¿Qué cree que pueden aprender mutuamente Almería y ciudades chinas con economías similares?
Ese tipo de hermanamientos son más que simbólicos: son semillas de futuros consorcios globales. Almería y Lianyungang pueden compartir no solo técnicas agrícolas, sino también modelos logísticos, planificación urbana, educación técnica y desarrollo portuario. No sólo se hermanan ciudades, se hermanan visiones de futuro complementarias .
• Andalucía ha enfatizado sectores como energías renovables, aeroespacial y tech para su relación con China, ¿Encajan estas prioridades con los cinco pilares del éxito chino que usted menciona (meritocracia, planificación a largo plazo, cultura del esfuerzo, educación e innovación tecnológica)? ¿Alguno de estos pilares es especialmente relevante para impulsar el desarrollo andaluz, y en particular el almeriense?
Absolutamente. Renovables, tecnología aeroespacial, agricultura tecnificada… todo ello conecta directamente con pilares como la innovación, la planificación y la educación. Pero si tuviera que destacar uno: la meritocracia . Andalucía debe creer más en su propio talento, retenerlo, premiarlo y proyectarlo globalmente.
• Para terminar, ¿qué mensaje central espera transmitir a los lectores almerienses con El calibrador de estrellas en un momento de tanta incertidumbre económica y geopolítica? ¿Qué espera que recuerden de su obra?
Que no tengan miedo. Que dejen de preguntarse si Europa puede competir… y empiecen a prepararse para ganar. El calibrador de estrellas no es un elogio a China, sino un canto a la posibilidad de que Occidente renazca a partir de lo mejor de sí mismo, reconfigurado con inteligencia, audacia y aprendizaje . No hay milagros, pero sí hay modelos. Y el futuro será de quienes tengan el valor de reinventarse.