En Almería, hemos perfeccionado el arte de la queja resignada. También la indolencia. Nos lamentamos por las infraestructuras que no llegan, por el agua que se nos niega y por las obras que se eternizan. Solemos apuntar, con razón, a la clase política como la culpable de nuestros males. Sin embargo, estamos pasando por alto una responsabilidad tanto o más grave: la de aquellos que, erigiéndose como la voz de la "sociedad civil", se han convertido en los más dóciles colaboradores de quienes ostentan el poder.
Asistimos a una preocupante sumisión de ciertos agentes sociales, más interesados en la foto y el aplauso complaciente que en la defensa real de los intereses de sus representados. Su silencio ante los atropellos es ensordecedor, y sus quejas, cuando llegan, son tardías, interesadas y a menudo incoherentes.
Ayer vivimos dos actos que nos invitan a la reflexión. Por un lado, una nueva concentración de la Mesa del Ferrocarril, con una pobre asistencia que evidencia la falta de conexión con la ciudadana. Lo más hiriente no era el bajo número de asistentes, sino la imagen: en la cabecera de la pancarta, se daba un lugar de honor a los representantes del Partido Popular. Sí, los mismos cuyo partido, durante sus años de gobierno en el Estado, con Aznar y Rajoy, se batió récords de nula inversión para el Corredor Mediterráneo en Almería y se ejecutó el infame tapiado de los túneles de Sorbas. Que quienes deberían exigir con firmeza permitan este blanqueamiento es un insulto a la inteligencia de los almerienses. Es la viva imagen del servilismo, de aceptar el gesto vacío de quien es parte del problema. Como hoy en día está el PSOE en la Moncloa, ni estuvieron, ni se les esperaba.
Por otro los comerciantes y hosteleros del Centro han salido a la palestra para denunciar el impacto de los retrasos de las obras del Paseo. ¿Dónde estaban estas voces críticas cuando el equipo de gobierno popular presentaba el proyecto de peatonalización asegurando que contaba con su "total respaldo"? Callaron entonces, cuando era el momento de analizar, cuestionar y exigir garantías. Ahora, con descensos de facturación, la amenaza de cierre de persianas y ante el abismo de una obra que se irá muy fuera de plazo, alzan la voz. No lo hacen por una defensa del interés general, sino por su cuenta de resultados. Es una reacción de supervivencia, lógica, pero no una posición de fortaleza y vigilancia.
Y en este ecosistema de silencios cómplices, no podemos obviar el papel de la mayoría de los medios de comunicación locales. Demasiado a menudo actúan como meros altavoces del poder, serviles con los partidos que gobiernan las instituciones. Nos niegan sistemáticamente el espacio a formaciones como Almerienses, precisamente cuando somos los que más hemos dado la batalla por el ferrocarril en toda la región, por el #soterraMIENTO que dejará la capital partida y empeorará gravemente la movilidad tras el derribo del puente en Avd. Mediterráneo, y por la nefasta ejecución de las obras del Paseo. Lo hacemos aportando datos, información cierta y un seguimiento constante desde el único escaparate que se nos permite: nuestras redes sociales. Que nuestra última nota de prensa sobre el Paseo, publicada por Teleprensa, se convirtiera en una de las más vistas a nivel diario, semanal y mensual, demuestra que el interés de los lectores por la posición de este partido existe. Lo que no existe es la valentía editorial de otros medios para dar voz a quien fiscaliza de verdad al poder.
Este es el verdadero problema de nuestra provincia. Cuando quienes deben actuar como un contrapeso crítico se pliegan a los dictados del poder político de turno, se crea un vacío que permite que los abusos se perpetúen. La valentía no consiste en protestar cuando el daño ya es irreparable, sino en no callarse cuando es posible evitarlo.
Por eso, hoy más que nunca, es tiempo de dar la cara. Es el momento de que asociaciones y colectivos decidan si quieren ser verdaderos representantes de la sociedad civil almeriense, o meros figurantes en el teatro del poder. Los medios apuesten por la pluralidad y la objetividad. Es hora de que los almerienses de a pie les exijan a asociaciones, colectivos y medios la valentía que tanto echamos en falta. La regeneración debe empezar por quienes dicen representarnos, y por los mismos representados.