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Islamización
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(Foto: DALL·E ai art)

Islamización

Por Rafael M. Martos
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lunes 16 de junio de 2025, 06:00h

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La ultraderecha española ha decidido abrir un nuevo frente en su cruzada contra la realidad: ahora hablan sin pudor de una supuesta "islamización" de España, y llevan mociones como la presentada en la Diputación de Almería. Lo hacen con esa mezcla tan suya de ignorancia, miedo y rabia, que no solo les retrata como intolerantes, sino como perfectos desconocedores —o manipuladores... aunque para eso primero hay que conocer, y luego tener capacidad para distorsionar, y es demasiado trabajo para ellos— de la historia de su propio país.

Conviene recordarles algunas cosas básicas antes de que sigan haciendo el ridículo como más papistas que el Papa. Para empezar, los Reyes Católicos no expulsaron a los musulmanes de los territorios que conquistaban. Expulsaron a los judíos (y a los gitanos), sí, pero los musulmanes permanecieron bajo determinadas condiciones y nunca los echaron (de hecho, hubo gitanos que se hacían pasar por ellos para evitar la expulsión). Es más: la famosa expulsión de los moriscos llegó después, ya con Felipe III. Y ojo: los moriscos eran cristianos conversos, bautizados y oficialmente parte de la Iglesia católica. Expulsaron, pues, a cristianos nuevos, y no a todos porque hubo tantísimas excepciones a la norma como casos particulares en los que saltársela, y esas "expulsiones" en ocasiones era únicamente mandarlos a vivir a otro sitio (Valeriano Sánchez Ramos me contaba en una entrevista hace ya unos años, que el sevillano barrio de Triana fue fundado por moriscos expulsados de Almería). ¿Dónde está entonces esa pureza histórica que defienden con tanto fervor? ¡Pero si basta mirarnos el perfil para reconocer que somos primos-hermanos a un lado y a otro!

Y puestos a revisar la historia, no estaría de más que supieran quién fue el primer personaje que se proclamó Rex Hispaniae: no fue un visigodo, ni un cristiano del norte, sino un tal Abderramán que a pesar de ese nombre, de ser emir y después califa de Córdoba, de ser gobernante musulmán... era de origen franco-navarro. Así que el primer "rey de España", según los registros históricos, fue musulmán. Mucho antes de que ningún monarca cristiano osara siquiera usar ese título, ya lo hicieron los Omeya (de quienes desciende uno de los cardenales más conocidos de España).

Pero claro, para estos nostálgicos de glorias imperiales mal entendidas, la historia empieza y termina donde les conviene.

Todo este despropósito tiene una doble cara: por un lado, pretenden erigirse como grandes defensores de la Constitución; por otro, lanzan campañas abiertamente contrarias a uno de sus principios más claros: la libertad religiosa. En España, según la Constitución que tanto dicen venerar, cualquier persona tiene derecho a practicar su religión, construir templos, celebrar sus fiestas y transmitir su cultura. Si hay iglesias, puede haber mezquitas. Si celebramos Navidad, también puede celebrarse el Eid al-Adha. Lo contrario es discriminación. Lo contrario es ir contra la ley.

¿Y qué problema hay con enseñar árabe en las escuelas? ¿Acaso enseñar francés es afrancesar a la población? ¿Aprender inglés nos convierte en anglosajones? Si conocieran mínimamente nuestra historia sabrían que fue Alfonso X, el Sabio —el mismo que tanto les gusta citar cuando les conviene— quien en el siglo XIII estableció estudios superiores de árabe en Sevilla, porque era el idioma de la ciencia, el del progreso. Estudiar árabe, como estudiar latín o griego, es acercarse a nuestras raíces. Y sí, también somos herederos de la cultura Islámica. Basta con mirar las paredes de la Alhambra o los arcos de la mezquita de Córdoba para entenderlo. Basta escuchar ciertas nanas a un lado y el otro del Mediterráneo, saborear ciertos platos, escuchar algunas expresiones... para tenerlo claro.

Pero la prueba de que lo miran con anteojeras racistas, xenófobas e islamófobas, es que ese acuerdo que tanto les preocupa ahora, está funcionando desde 1985... que es recíproco porque en Marruecos se enseña castellano de modo obligatorio en secundaria (lo del árabe en España es voluntario)... y oiga, es lo mismo que hace el Instituto Cervantes por el mundo, difundir nuestro idioma y nuestra cultura, y lo mismo que hace el Instituto Confucio con el chino. ¿Entonces cuál es el problema? Pues está claro ¿no?

Pero todo esto no va de historia. Ni de seguridad. Ni de defensa de valores. Va, simplemente, de odio. Porque ya lo intentaron antes: primero dijeron que los inmigrantes nos quitaban el trabajo. Pero resulta que en provincias como Almería, el 30% de quienes cotizan a la Seguridad Social son extranjeros, y el 25% de los nuevos contratos los firman ellos. Después, vinieron con lo de que son delincuentes. Pero la mayoría de los delitos los cometen ciudadanos españoles. Y ahora, lo intentan con la religión: que si las mezquitas, que si las costumbres, que si la lengua. Nada les sirve.

Se olvidan —o fingen olvidar— que más de la mitad de los musulmanes que viven en España son ciudadanos españoles. Que tienen el mismo DNI, los mismos derechos, las mismas obligaciones que cualquiera de nosotros. Que no son "otros". Son "nosotros".

Lo más grotesco de todo es que se llenan la boca hablando de "valores occidentales" mientras los pisotean a diario. La libertad de culto es uno de ellos. La igualdad ante la ley también. Y si una persona, sea de donde sea, cumple con la ley, respeta las normas y vive en paz, no tiene que pedirle permiso a nadie para estar aquí. Por eso, cuando exhiben imágenes de un supuesto musulmán agrediendo a una mujer y tiran de ironía titulándolo "Son sus costumbres, y hay que respetarlas", lo que cabe responderles que aquí no está permitido agredir a las mujeres (ni a nadie, vamos), y que da igual si es costumbre o no, pero la ley lo prohibe, y seas del color que seas, de la religión que tengas, irás a la cárcel si lo haces.

¿Les molesta que haya ciudadanos musulmanes en España? ¿Es que no se puede ser musulmán y español? ¿y judio y español? ¿Que celebren sus fiestas o construyan sus templos? ¿Qué problema tienen con la enseñanza del árabe? ¿y del chino?

Entonces, al menos, que tengan la decencia de reconocerlo: no es por religión, no es por cultura, no es por valores. Es simplemente racismo, islamofobia, xenofobia. Eso sí, envuelto todo en banderas y excusas. Porque el objetivo es remover las aguas a ver si pescan algún voto entre los frustrados que necesitan culpar a otros de sus propios fracasos.

Y eso, además de peligroso, es profundamente antipatriótico.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"