La tierra no da tregua en Almería

La provincia de Almería vive con la mirada puesta en los datos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) desde que un potente terremoto de 5,3 grados sacudiera la costa el pasado 14 de julio. Lejos de ser un evento aislado, aquel temblor ha desencadenado un enjambre sísmico que no cesa y que ya acumula más de 70 réplicas. La actividad, concentrada principalmente bajo el mar frente a Cabo de Gata, ha comenzado a sentirse también en tierra, recordando a los almerienses la activa realidad tectónica sobre la que habitan.

La noche del pasado martes, 29 de julio, a las 23:42 horas, un seísmo de 1,9 grados fue registrado a 12 kilómetros de profundidad con epicentro en el municipio de Níjar, entre las turísticas localidades de San José y El Pozo de los Frailes. Aunque de magnitud leve, este temblor se suma a una lista que confirma la expansión del fenómeno más allá de su foco original en el mar de Alborán.

Esta serie sísmica tuvo su punto álgido en la madrugada del 14 de julio, cuando el terremoto principal, localizado a escasos 3 kilómetros de profundidad, hizo saltar las alertas sísmicas de los teléfonos móviles y se sintió con notable intensidad no solo en Almería, sino también en las provincias de Granada, Murcia y Jaén. Desde ese instante, un goteo incesante de réplicas ha continuado. La más fuerte de ellas, de 3,4 grados, se produjo apenas unos minutos después del evento principal.

Los expertos del IGN enmarcan este episodio en la compleja zona de contacto entre las placas tectónicas de Eurasia y África, una falla que recorre el sureste peninsular y que convierte a esta área en una de las de mayor actividad sísmica del país. Si bien la mayoría de los temblores secundarios han oscilado entre 1,5 y 2,7 grados, su constancia mantiene activa la monitorización y la prevención.

Durante los últimos días, a la réplica terrestre de Níjar se le antecedieron otros dos temblores con epicentro marino frente a la costa de San José, demostrando que el enjambre sigue activo. De esta forma, la provincia de Almería, desde la costa de su parque natural hasta puntos de la Alpujarra, continúa experimentando los coletazos de una actividad sísmica que, por ahora, no tiene fecha de caducidad.