En la localidad de Carboneras se ha vivido lo que es toda una traición por parte de los ediles progresistas al Partido Socialista, a la ministra de hacienda y candidata a la Junta de Sevilla y periferias, la inefable Marichús Montero y, a los dos líderes del partido en la provincia, José María Martín, todavía con dos cargos en su haber, en el partido y en el gobierno de Pedro Sánchez, y José Nicolás Ayala, responsable de organización. Para conocer al fondo de dónde viene la historia, hay que irse a muchos atrás, y la figura que ha marcado la vida de la política carbonera a lo largo de los últimos treinta o cuarenta años, la de Cristóbal Fernández y su familia. Si conoce lo que ha sido el gobierno de la familia Fernández en este pueblo, no les debe extrañar que ante una clara petición de la ministra y del partido, con sendas como reconoce Actualidad Almanzora de los líderes provinciales, los ediles del Psoe decidieran que no iban a estar presentes en el pleno donde había que apoyar con sus votos el que cambio necesario para que la señora Montero pudiera comenzar a derribar el dichoso hotel del Algarrobico.
La han dejado, pobre ministra, con las vergüenzas políticas al aire, y han sido sus propios compañeros. Siempre se ha dicho que los verdaderos enemigos están dentro de tu propio partido, mientras que los de enfrente solo son rivales. Aquella mañana en la que tenían que votar a favor de lo que quería la ministra, y miren ustedes por donde iban a votar también los del Pp y hasta el alcalde, que dice ser del C´s, decidieron que no iba a presentarse en el ayuntamiento. El señor Amérigo, don José Luis, hijo de la hermana de don Cristóbal Fernández, y que ejerció como alcaldesa durante años, tenía un viaje. Imagino que a Fátima o Lourdes a pedir árnica ante la que iba a organizar. El resto de los ediles estaban enfermos. Un certificado médico manifestaba que debían descansar. Muy cansados estaban, pobre míos. Que les pongan un braguero, no se nos vayan a herniar. Las excusas, como pueden imaginar, no se las cree ni el corneta del ayuntamiento, si es que Carboneras tiene corneta que vaya avisando a los vecinos de lo que ocurre en los plenos.
Y tras la ausencia, la ministra llora por las noches en la playa del Algarrobico porla traición de sus correligionarios, y José María y José Nicolás, los líderes provinciales del Psoe no saben dónde esconderse para no oír lo lamentos ministeriales de Marichús, a la espera de que les digan qué hacer con los díscolos del pueblico. Pienso, puede uno equivocarse, que Cristóbal y familia está feliz y disfrutando de lo ocurrido. Ha vuelto a demostrar quién manda en el Psoe de Carboneras, y que no va a perdonar a aquellos que vienen luchando por derribar lo que era su gran sueño como político: Un gran hotel en la playa de su pueblo que diera nombre a Carboneras y cientos de puestos de trabajo a los carboneros. Y si de paso podía apretar un poco más la vida a Salvador Hernández, con las anunciadas multas de la justicia que todavía no se han puesto al cobro, pero que algún día pueden hacerse realidad, y que hoy por hoy llevan el nombre de Salvador. La traición fue consumada.