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El tren del paripé

Por Rafael M. Martos
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martes 19 de abril de 2016, 20:16h

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La mayoría de los que acudieron a Sevilla y a Madrid con la Plataforma del Ferrocarril, se mueven en avión a esas ciudades, y además, somos nosotros quienes les pagamos el viaje, el taxi, y hasta la comida. Es por eso que estas dos caravanas desde Almería no pasan de ser un evento pintoresco que los medios de comunicación jaleamos subiéndonos con ellos en el tren.

¿Recuerdan la Mesa de las Infraestructuras? ¿Recuerdan la Mesa por el Agua? ¿Recuerdan la Mesa por Almería? ¿Recuerdan dónde estábamos y dónde estamos?

¿No suena a paripé que quienes tienen que resolver los problemas se suban al tren en vez de solucionarlos? ¿Qué nos puede decir la ministra Pastor que nos prometió de modo inminente la licitación del paso a nivel del Puche y la cesión de la antigua estación, y a día de hoy ni lo uno ni lo otro? ¿Y qué decir de la presteza con la que la presidenta Díaz recibe a los almerienses por este tema, y no hace ni caso de las mil y una demandas que tiene esta provincia que, por ejemplo, es líder en aulas prefabricadas, que tiene la tercera parte de pediatras que debe, que prácticamente no tiene matronas…? Por cierto, qué se puede añadir sobre esto último, que generaría empleo y mejoras en las condiciones sociales de los almerienses, si UGT -el presidente de la Plataforma es de esta organización, que además la impulsa- mira otro lado porque sabe que el tren sirve para atizar al PP, y lo otro es para atizar al PSOE.

Es una obviedad que nuestra provincia no recibe un trato especialmente bueno desde el Gobierno de Andalucía que lleva más de tres décadas en manos del PSOE, pero también que desde el Gobierno de España no tenemos demasiada suerte tampoco, y en este caso con los socialistas y con el PP.

Pero más allá de eso, el problema en Almería es que siempre se va a remolque, entre un pasado que siempre se pinta esplendoroso, un presente prometedor y un futuro esplendorosamente prometedor.

El remolque es andar siempre mirando lo que hacen los demás en vez de tener la iniciativa suficiente para plantear un proyecto propio. Es decir, no es que necesitemos un AVE, con un tren de altas prestaciones, un tren de velocidad alta, nos va mejor porque así puede ser usado para el transporte de mercancías… pero eso es lo de menos, si otros tienen AVE, nosotros no podemos ser menos.

Sin creer nadie –de la clase política en privado- en las bondades del “soterramiento integral y hasta el puerto”, entre unos y otros se empeñaron en que eso era lo que había que hacer, no por nada, sino porque si otras capitales lo tenían, nosotros no podíamos ser menos. Tal vez, si se hubiera actuado con realismo y sensatez, ahora ya tendríamos las infraestructura principal, y que no es otra que el tren, rápido y de calidad (y económico).

A estas alturas nadie de la Plataforma nos ha explicado el sentido que tiene pedir las mejoras en la línea a Sevilla tras constatar que el día que fueron ellos, sólo había una docena de pasajeros. Imaginen que esas mejoras aumentan el pasaje… ¿a cien? Nadie nos ha dicho aún cuanta gente viaja a diario de Almería a Sevilla y cuantos de ellos irían en tren si fuera de mejor calidad… ni cuantos si el precio fuera más barato ¿pero puede ser más barato? ¿Cuánto? ¿se puede competir con el bus en precio y horarios?

Nada de esto importa. Lo que importa es decir lamentarnos de lo maltratados que estamos, y que lo seguiremos estando hasta que quienes viajan en avión no lo hagan en tren y pagando ellos.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"