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Federico García Lorca, 80 años vivo entre nosotros

viernes 19 de agosto de 2016, 12:59h

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Hoy hace 80 años que un grupo de fascistas españoles, se llevaron por delante el cuerpo de Federico. Digo el cuerpo, porque fueron incapaces de llevarse el alma. Fue imposible porque al alma de Federico, renace cada día en el corazón de los andaluces, de todos los seres humanos, del universo, pues hoy, es más universal que nunca.
Estoy cerca de Lorca. Siempre he estado cerca de él. Son muchas las conferencias y charlas las que he dado ya sobre la figura de Federico, tanto a nivel poético, dramaturgo, como personal y, es ese aspecto menos conocido, pero vital para su vida, como es el Federico músico. Es por ello que hoy no entraré a valorar su figura más allá de las anécdotas personales, recuerdos cercanos y alegrías, pues así, estoy seguro, le gustaría que le recordaran, pues para penas, bastante tuvo con la muerte de Sánchez Mejías.
Rumores de su infancia en un pueblo de Granada, Fuentevaqueros, donde vio la luz de este mundo, y donde comenzó a oler a limones, naranjas, a reconocer el fruto de la graná, y el olor a los secaderos de tabacos. Cantos de niños pobres pero felices, que en eso Andalucía nunca ha cambiado, y en su alma, en su memoria grabó el cucú canta la rana, y otras tantas que después nos regaló para nuestro recuerdos.
Amigo, muy a amigos de todos, no tenía biblioteca, para qué, un libro debe estar en las manos de quien lo necesita, y no escondido triste, a oscuras, en olvidadas librerías. Libro que leía, libro que regalaba. Nada le importaba más que llevar la esperanza, y siempre la alegría, esa de la que nunca se cansaba de llevar a donde más falta siempre hacía, y que, aún hoy nos regala en cada palabra.
Sus padre los llevaron a estudiar a Madrid, a la residencia de Estudiantes, donde se encontró con sus medias naranjas, con sus medias almas, con Buñuel, Dalí, y otros tantos. Siempre con su modo de ver el mundo por montera. Su amigo Manuel Ángeles Órtiz, su maestro Manuel de Falla, el I Festival del Cante Jondo, resurección del alma andaluza, el romancero gitano, el llanto, poeta en New York, la Generación del 27 y que más da, si en cada letra, en cada palabra desbordaba e imponía el alma de Andalucía, de los hombre de luz, que como él, solo pare Andalucía.
No quiero extenderme. No quiero seguir por el camino fácil de la exaltación del héroe, del poeta, del dramaturgo, del músico, del hombre, del amigo, no quiero, que no quiero recordarlo muerto, ni asesinado, que quiero recordarlo sentado al piano y cantando a coro la talara.
Federico siempre fue consciente de que estaba aquí de prestado. Que nada era suyo, que aún no había nacido. Un amigo al que extraño, Juan de Loxa, me regalo uno de los cuadernillos con frases de Federico, y siempre la llevo clavada entre las neuronas más importantes de mi cabeza. No recuerdo de forma literal, pues a pesar de mucho buscar el cuadernillo, no le he encontrado aún, quizás una broma más, para que no me olvide, que las cosas que se tienen se olvidan, y las que no, no. Pero decía en síntesis que, todos los días al despertarse iba al armario, abría la puerta y se encontraba muchos federiquitos, dobladitos y planchaditos. Cogía uno y se lo ponía con a esperanza de que por fortuna, uno de esos días nacía.
Llevaba mucha razón. El cuerpo no le pertenecía, le era pequeño, pero un día como hoy, hace 80 años Federico hizo realidad su sueño. Abrió el armario, y cogió el alma universal de Federico García Lorca y nació para no morir nunca más.