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Gestión frente a corrupción
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Gestión frente a corrupción

Por Rafael M. Martos
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viernes 18 de julio de 2025, 06:00h
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Todavía hay quien se sorprende de que los grupos políticos a la izquierda del PSOE sigan apoyando con fidelidad al partido de Pedro Sánchez. Y no solo eso: que, ante cualquier dilema, siempre acaben cediendo, votando a favor o mirando para otro lado, por muy escandaloso que sea el caso del momento. Y mira que tienen dónde elegir: corrupción estructural en el partido como organización, escándalos más que evidentes en el entorno del propio presidente del Gobierno, episodios de machismo político que ya ni se ocultan… y sin embargo ahí siguen: firmes, disciplinados, obedientes. Si esto no es amor, ya me dirán ustedes qué lo es.

Pero no es solo una cuestión de fidelidad ciega. Hace poco tuve ocasión de hablar largo y tendido con un amigo socialista —de los de carné, de los que votan con la misma fe que otros comulgan— y, como si no bastara, también con algún otro conocido del entorno de la izquierda política. La conclusión que saqué es desoladora, pero coherente: sí, Pedro Sánchez puede estar rodeado de corrupción, sí, puede estar convirtiendo el discurso feminista en un escaparate selectivo y conveniente, pero ellos están convencidos de que cualquier alternativa —el PP solo o en compañía de Vox— sería aún peor.

Así se explica que el batacazo electoral del PSOE no sea el que cabría esperar. Y no hablo del CIS, que ya sabemos que José Félix Tezanos cocina encuestas como Arguiñano cocinaba la merluza: con alegría y siempre con una sonrisa. Hablo del conjunto de sondeos, de las tendencias demoscópicas en general. Porque sí, el PSOE baja, pero no tanto como se esperaría en un país que se toma en serio la ética pública. Y no baja porque su electorado —o al menos el que le rodea— ha comprado la consigna: “mejor los míos, aunque roben, que los tuyos gobernando”.

Y ahí está el drama para el Partido Popular. ¿Cómo se combate una mentalidad así? ¿Cómo se gana a un electorado que ya ha decidido que la corrupción es un precio asumible si sirve para evitarte a ti? Quizá la única salida sea dejar en evidencia algo más profundo: que las políticas sociales del PSOE no son, en realidad, tan sociales. Que muchas son pan para hoy y hambre para mañana.

Pongamos algunos ejemplos, por si hay dudas. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que el país va bien cuando ya se nos está diciendo que los jóvenes tendrán que trabajar hasta los 70 años para cobrar una pensión completa? ¿En serio vamos viento en popa cuando el famoso contrato indefinido dura menos que los temporales de antes, y lo único que ha cambiado es que ahora se firman y se cancelan más veces al mes para disimular lo de siempre? ¿O es que acaso más afiliaciones a la Seguridad Social significa más empleo, si lo que estamos midiendo es cuántas veces entra y sale la misma persona del sistema?

Y la vivienda… ¡ay, la vivienda! El Gobierno prometió construir miles de viviendas públicas —¿dónde están las 40.000 que prometió en alquiler? ¿y las de nueva construcción? ¿y las rescatadas del Ministerio de Defensa? ¿y los 6.000 millones para alquileres sociales?— pero ahí siguen, sin poner un solo ladrillo. De hecho, hace nada María Jesús Montero fue a Sevilla a anunciar nuevas viviendas en unos terrenos donde ya, en 2021, José Luis Ábalos había anunciado lo mismo. Prometer, repetir, reciclar titulares: esa es la estrategia. Mientras tanto, los alquileres disparados, la juventud atrapada, la vivienda pública tan ausente como el sentido común.

Y si le sumamos el caos ferroviario, la incapacidad para sacar adelante unos nuevos Presupuestos Generales del Estado, los privilegios descarados para Cataluña —ahora con la financiación “singular”, pero también con el reparto asimétrico de menores inmigrantes— y la saturación en comunidades como Andalucía o Madrid, donde los recursos son finitos pero las llegadas constantes… entonces uno empieza a preguntarse: ¿de verdad “los tuyos” hacen tan buena gestión? ¿De verdad están defendiendo a la gente o simplemente están aprovechándose de su miedo?

Porque al final todo se resume en eso: en el miedo. En que hay un bloque político que ha conseguido que muchos votantes crean que no hay alternativa. Que aunque se les mienta, se les robe o se les ningunee, mejor tener al ladrón conocido que al gestor que no piensa como tú.

Y eso, más que una victoria ideológica, es un fracaso democrático.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"