Vamos a olvidar por un par de días, si ustedes me lo permiten, lo ocurrido durante años y conocido esta semana en la vida política y económica de nuestra provincia, con epicentro en la calle Navarro Rodrigo.
¿Es posible que así funcione nuestro país? La historia parece de película. Les cuento. La guardia civil había montado en una carretera almeriense un control rutinario, se iban parando coches, se les solicitaba la documentación a los ocupantes, a unos se les aconsejaba, a otros se les multaba, y como no era nocturna, según me cuentan, no había prueba alcohólica. No había que soplar, que es lo que no asusta cuando de noche nos paran la pareja en la carretera de Aguadulce. En uno de esos coches que se detiene ante el control, el agente, tras solicitar información, comprueba que la persona que conduce el vehículo está buscada por yihadista. Se le detiene, y se le lleva hasta el cuartel de la policía nacional para que la justicia siga su curso. Hasta aquí nada que objetar. Los agentes de la benemérita están cumpliendo con su obligación.
Pasemos ahora a la policía nacional. Se le solicita la documentación al agente que custodia al detenido. ¿Pasaporte? Dice que no lo tiene. Pues si no tiene pasaporte, le comenta el policía al agente, aquí no podemos hacer nada. No se le puede extraditar, pero, es más, aunque lo tuviera, si el mismo está caducado, tampoco podemos hacer nada. Así que, más vale que te lo lleves y lo dejes libre.
¿Nos podemos creer que una conversación como esta o parecida se haya producido en nuestra provincia?
A uno le suena a tierra de cine, en estos días que se hablaba y se disfrutaba de fical, y en los que Adriana Ugarte, nueva actriz con estrella en las calles de Almería, nos hablaba de lo mítica que es esta tierra para ella, donde el cine parece sentirse feliz sobre su desértica piel. Gracias, Adriana, siempre es agradable oír palabras bonitas sobre la provincia en la que vivimos, aunque estas vengan detrás de un premio. También podría ser la escena de una de esas cintas filmadas sobre esta mítica zona de España. Pero no es así. La historia me la cuenta, sentado en el bar de la plaza, con una botella de agua con gas en la mano y una morcilla sin pan que la acompañe, hay que seguir dejando kilos, la hermana de uno de los protagonistas de la historia.
(Una morcilla sin pan es como un copa de vino vacío o una jarra de cerveza sin gas, o un americano del Kiosco Amalia sin cola).
Así es España. Puedes delinquir todo lo que te dé la gana, pasar por el juzgado diez, veinte veces, tiras el pasaporte y el resto de la documentación a la papelera y la justicia no te puede expulsar. Son las leyes de este país. No sé a quién están beneficiando, pero parece evidente que a los naturales de aquí no. Es una historia ocurrida en Almería, pero si quieren datos, vayan al País Vasco y que la policía les cuente historias de delincuentes, o los cambios que sobre inmigración se le han oído en estas fechas al diputado de Erc, Gabriel Rufián, partido, no se olvide, que tuvo a un grupo terrorista en sus entrañas como Terra lliure, y por el que se sepa aún no han pedido perdón. España es diferente, y tanto que lo es, y Almería en una esquina sin Ave y con una historia real que se está viviendo por parte de los políticos de Diputación. ¡Ay, las mascarillas! ¿Solo las mascarillas?