Pablo Iglesias tiene muy asumido su papel, que no es otro que el de conducator, caudillo, führer, amadísimo lider, guía de la revolución... es decir, el visionario que conducirá a las masas populares a la libertad plena del socialismo, y por eso debe cuidar su imagen, por que como Ernesto Guevara fue inmortalizado con su boina y su pipa, o como Stalin con el gorro militar, o Lenin dando un mitin, él se ha puesto la coleta y el rictus serio -por las circunstancias, claro- como enseña para futuros poster en los cuartos de las jovencitas y jovencitos, y para cubrir en lonas las medianeras de la ciudades una vez consumada la ocupación del poder por el pueblo.
Pero como Jesuscrito dijo aquello de “por sus hechos les conoceréis”, a Pablo Iglesias, el nieto que se cree la reencarnación de su abuelo, y por tanto autoridad moral para sentar a su izquierda y a su derecha a buenos y malos, a él se le puede conocer por sus palabras.
La última pablada ha sido en su acto de ingreso en la casta, esa que tanto odia, esa que ha pervertido el sentido auténtico de la democracia, esa que “no nos representa”. Advirtió a los medios de comunicación -qué sería de él sin ellos, sin nosotros... que hablen aunque sea bien- que prometería el cargo de un modo especial... y tanto...
A la hora de prometer la Constitución dijo “Sí, prometo acatar la Constitución hasta que los ciudadanos de mi país la cambien para recuperar la soberanía y los derechos sociales”. Y se quedó tan ancho. A ver, hombre de dios
-con perdón-, que has prometido exactamente lo mismo que todos los diputados, senadores, parlamentarios, cargos públicos... exactamente lo mismo que cualquier miembro de la denostada casta. Prometes acatar “esta Constitución”, pues claro, es la que tenemos, no tenemos otra para elegir, sólo puedes acatar “esta” o no acatarla, pero no tienes elección, o esta o nada... como hacen todos, desde Amaiur hasta Vox (si hubiera entrado).
Y evidentemente, la acata “hasta que los ciudadanos de mi país la cambien”, pues claro hombre, es que cuando la cambien será otra, y entonces habrá que acatar la nueva, que será más bonita o más fea, pero otra y por tanto exigirá una nueva acatación.
Es que precisamente lo que hacen los políticos -deberías saberlo como profesor de Ciencias Políticas- es generar leyes que desarrollen los derechos y deberes que aparecen en la Constitución aprobada en referendum por la ciudadanía, y hay quien pide que se cambie, y entonces, si logra una mayoría suficiente en las Cortes Generales tras unas elecciones, puede proceder a cambiarla... es más, si te vas al final del librito verás que pone cual es el procedimiento para modificarla... pero insisto en que me sorprende que un chico tan listo no sepa que, efectivamente, has prometido lo mismo que Mariano Rajoy o Alfredo Pérez Rubalcaba... lo mismitico. Ambos -entre otros cientos- han prometido acatar “esta Constitución” hasta que el pueblo la cambie, y entonces, como tú, defenderán otra, la nueva.
Cosa distinta es el caso de quienes anteponene la expresión “por imperativo legal”, que me parece mucho más coherente. Acatas para poder acceder a un cargo para el que te han elegido los ciudadanos, precisamente porque saben que tu objetivo es cambiar el sistema. Lo que pasa es que el “por imperativo legal” se le queda corto al lider de masas.
Tanto ha querido Pablo Iglesias ser original que, mientras otros la prometen por “imperativo legal”, él no sólo lo hace sin considerarlo un “imperativo legal”, es que además la acata hasta que la cambien, y cuando la cambien “para recuperar la soberanía y los derechos sociales” pues entonces, ya veremos.
Pero pabladas, ideas y hechos que expresan una cosa y la contraria a un tiempo y si no se analizan parecen lógicas, hay muchas. Veamos por ejemplo que enuncia que quiere que el Estado español siga unido, y afirma que no defiende la independencia de ningún territorio pero sí su derecho a decidir... lo cual podría tener su lógica. Pero claro, apoyar luego no ya la celebración de referendos de autoderminación (hasta ahí llegaría la coherencia), si no directamente sumarte a los independentistas es como mínimo del género absurdo. ¿Cómo es posible decir que no quieres la disgregación de España y a la vez sumarte a las reivindicaciones de los independentistas? ¿en Andalucía te sumarás a los independentistas andaluces como en el País Vasco o Cataluña, o como son menos no te interesan electoralmente, o no son dignas su reclamaciones de un estado propio?
Pero hay pabladas que dan miedo, como cuando en la tertulia que presentaba en un canal de televisión financiado por Irán (ejemplo de democracia occidental) canta las bondades de la guillotina como medio para acceder a la democracia (sin duda la parte de la Revolución Francesa del Terror y del Directorio, no le pillaron en clase), o como en su otra tertulia vallecana alababa el derecho a portar armas que consagra la Constitución norteamericana (como profesor debía saber que desde los “padres fundadores” no se ha vuelto a votar ese texto) tal como sostiene el ala derecha de la derecha de la derecha de la derecha del partido republicano y la Asociación Nacional del Rifle.
Dan miedo -y lo digo sin ironía alguna- personajes así, que hablan de “perros” cuando se refieren al adversario político.
¿Lo siguiente será justificar la pena de muerte y la cárcel para quienes piensan distinto?
¡Pensar que a gente así se le deja dar clases en la universidad!