A la toma de posesión del nuevo presidente de la institución provincial le faltó algo de emoción en los protagonistas. Por lo menos es la sensación que daban a través del sonido que nos ofrecía la radio. A veces da la impresión de que a las diputaciones mandan los partidos políticos a compañeros a los que hay que buscarles un sueldo, el que no logran en sus ayuntamientos, o, al igual que en el senado del reino, a los elefantes que tienen en sus viejos listados.
El portavoz de Vox, con la que le ha caído a Diputación en las últimas semanas, parecía que un ángel bajado del cielo, metido ya en el mes del turrón y de los hechos buenos, le estaba dictando el discurso. Micciona el caballero y le sale agua bendita. Daba la impresión, escuchando lo que decía, que están gobernando juntos, cuestión esta que no se produce, o que el hombre espera hacerlo en las próximas.
El portavoz del Psoe tampoco ralló a gran altura. Era lógico que recordara lo ocurrido en la institución, y que no se puede ir diciendo, discurso actual del Pp, que ya no hay crisis en el partido, que todo es nuevo y que la diputación sigue su camino. Pero imagino que no quería oír que se hablara de Soto del Real y de algunos de sus presos más famosos. Más vale cierta moderación, no sea que nos pongan coloraos.
El del Pp era normal que dijera que no era un pleno para echar nada en cara, pues si este no lo era, ya me dirán los señores cuál va a ser. El resto fue el lógico canto a las buenas venturas del equipo de gobierno, lo mucho y bien que han trabajado por la provincia y los maravillosos funcionarios que tiene la institución. A pelotas, cuando llega el turno de los funcionarios, no hay quien gane a los políticos.
No eran demasiado importantes los discursos de los portavoces, había que oír la nueva voz, los nuevos deseos, el nuevo empuje, las nuevas ilusiones a crear en los hombres y mujeres de esta tierra por parte de José Antonio, alcalde de María, y desde el lunes, presidente de la Diputación. Siento decir que no ilusionó su discurso. No vimos, la radio solo pone sonido, no digo que no lo tuviera para los que estaban en directo, emoción en sus gestos y palabras. La política, y tras una situación como la vivida en el palacio al que él acaba de llegar, debería ir acompañada de algo de emotividad, que llenara de esperanza a los que se sintieron desesperanzados ante lo ocurrido. El hombre que bajó del frío, debía venir aterido, y no proyecto emoción en su discurso. Saqué la conclusión de que todo lo que se ha hecho hasta el momento por parte de Javier y su equipo ha sido perfecto, y que ese es el camino que va a seguir.
Está bien lo que acercarse a los pueblos pequeños, que tengan los mismos servicios todos, los grandes y los chicos. No es fácil, pero si lo intenta, se lo agradecerán. Felicitó al señor Escobar, presidente en funciones, por el gran trabajo desarrollado durante las dos semanas que ha estado en el cargo. Y uno se pregunta, si tan bien lo ha hecho, como para merecer la felicitación del nuevo presidente, ¿por qué no era Escobar el que tomaba posesión el pasado lunes?
Como conclusión, fue un pleno en el que se notó mucho jugador de baloncesto en la cancha. Pero así es la política.