Fin de fiesta con Susana Díaz

Desde que José Antonio Griñán pactara gobernar con Izquierda Unida para seguir siendo presidente de la Junta de Andalucía contra el criterio de la mayoría de la ciudadanía andaluza, todos sabíamos lo que iba a ocurrir. ¿Todos? No. Todos no, parece que la gente de Izquierda Unida iban de sobrados y estaban convencidos de que a ellos no les ocurriría como al Partido Andalucísta. Con ellos sería distinto, ellos... es que eran más listos, más capacitados, más todo... a ellos no se la iban a pegar con queso, ni con jamón.

Pues se la han pegado, y lo peor es que todos lo habíamos predicho. Era evidente que quien presidiera el Gobierno andaluz iba a pensar en sus exclusivos intereses personales -ni tan siquiera de partido- para fijar la fecha de las elecciones.

Susana Díaz lo ha hecho así, cuando a ella le ha parecido más adecuado para sus propios fines, que no son otros que ganar; verbo que puede traducirse por volver a ser la primera fuerza política de Andalucía -hoy es la segunda- y si eso además la lleva a una mayoría absoluta, pues estupendo. Para eso, qué mejor que convocar cuando el PP -alternativa natural- tiene un líder no consolidado, a quien se puede debilitar aún más si el resultado electoral es malo, desmoralizando a las bases, y animando el ruido de sables que ya hay sobre todo en Sevilla.

A Izquierda Unida los pilla también con el paso cambiado, porque quienes esperaban irse del Gobierno por la puerta grande con la excusa de que su socio, el PSOE, no se había avenido a las medidas más progresistas, han acabado siendo echados del mismo, y sólo les ha faltado llorar mientras maullan "un poquito más, Susana, déjanos un poquito más... que hace frío... que estamos en enero..."

De los que están fuera del Parlamento Andaluz, sólo el Partido Andalucista ha hecho los deberes a tiempo, y aunque en las encuestas no cuentan con ellos, sí que eligieron hace tiempo sus candidatos, como también UPyD. Pero curiosamente, por delante de ellos se colocan en los estudios demoscópicos a Podemos, sin programa, sin líderes y casi sin logo, por que uno lo tiene registrado el canal de TV Cuatro, y el otro es el del PA desde hace medio siglo.

En el caso de Podemos además, las cosas se le complican, porque su esquema era presentarse a las municipales en Ganemos junto a otras organizaciones, y luego a las autonómicas (las que ellos llaman "regionales" aunque se estén nutriendo de presuntos nacionalistas andaluces como el traidor Julián Álvarez) con sus siglas. ¿Qué harán ahora? ¿Irán como Podemos y luego como Ganemos, o dejarán colgados a los de Ganemos?

Y la clave serán los pactos, una vez más. ¿Quién será el tonto que esta vez pacte con el PSOE? Seguro que no faltan candidatos.