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¿Dónde va Pedro Sánchez?

Por Rafael M. Martos
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domingo 30 de octubre de 2016, 09:42h

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Pedro Sánchez debe ser de los poquitos que no se ha enterado del motivo real por el que le han echado a patadas de la Secretaría General del PSOE, y por eso amenaza con regresar para acabar el trabajo de demolición que comenzó cuando fue elegido.

A Pedro Sánchez no le han echado por querer pactar con Podemos… ya lo hacen ayuntamientos importantes… ni le han echado por querer pactar con independentistas… que gobernaron juntos Cataluña y lo hacen en muchos ayuntamientos…

A Pedro Sánchez lo echan por perdedor. Porque le habrán elegido los militantes, pero está claro que no eligieron bien. Y eso no es una opinión, es un hecho. Si Alfredo Pérez Rubalcaba dejó el PSOE en 110 escaños, Sánchez lo hundió más, y luego más aún, y ahora parecía dispuesto a forzar unas nuevas elecciones que según todos los indicios sólo hubiera supuesto dejar al más que centenario partido, reducido a la irrelevancia parlamentaria, y con Podemos como referente de la oposición.

A Pedro Sánchez le han echado porque un secretario general debe ganar elecciones, y él las ha perdido todas.

Y sí, a Pedro Sánchez le tocó una tarea difícil, pero no más que a Rubalcaba, cuyo siniestro pasado conocemos todos, pero que además tuvo protagonismo esencial en el desastroso gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, con una gestión que a día de hoy todavía no hemos olvidado… él y sus bibianas, y sus leires, y sus promesas humeantes con Mas, y su sonrisa al hombre de paz Otegi… cómo será la cosa que alguien como Pepe Blanco ahora ha sido rescatado como fuente de autoridad cuando… en fin… no recordemos que es peor.

A Sánchez le tocó lidiar con Podemos, cierto, pero también con cuatro años de PP cargados de recortes sociales, cargados de titulares de corrupción, y no sólo es que no mejorara sobre Rubalcaba, es que además fue a menos.

Dice ahora Sánchez que quiere ser fiel a su palabra, y que por eso deja el escaño. Bueno, no fue tan fiel a su palabra cuando dijo que no pactaría con la “marca blanca” del PP como llamaba a Ciudadanos, pero acabó firmando un pomposo acuerdo. Dijo que no pactaría con el populismo, y persiguió por los rincones a Pablo Iglesias declarándole su amor, y le dio alcaldías, y cargos estrella en comunidades autónomas que lo han hecho fuerte y relevante.

Dice que "Quien quiera trabajar por recuperar un PSOE unido y fraternal, quien quiera consolidar un PSOE donde la militancia decida, me tendrá a su lado", pero es incapaz de reconocer que su empecinamiento en el “no es no”, y –lo que estratégicamente peor- sin ofrecer una salida alternativa –reconoce que de las dos opciones que ofrece la gestora, elecciones o abstención, no elegía ninguna- es lo que les ha llevado donde están. Era muy sencillo: si con el “no es no” bajó de escaños, tal vez debía haber probado con otra cosa.

Frente a un PSOE como el de Felipe González, que enterró la Guerra Civil, frente a Almunia o Borrell, Zapatero recuperó el frentismo, y Sánchez se instaló en él, de tal forma que cerró la puerta a cualquier posible acuerdo con el PP por nimio que fuera. Y es que el problema del PSOE es que les une poco más que el odio al PP, no un proyecto común… el programa del PSOE es derogación, derogación, derogación.

El problema de Pedro Sánchez es que no se ha enterado de que un partido no llega al gobierno por sus militantes, si no por sus votantes, y que cada vez que el PSOE ha virado hacia la izquierda se ha estrellado (que le pregunten a Almunia y a Frutos).

Quiere un PSOE “unido y fraternal”, y por eso en vez de hablar con sus leales en el grupo parlamentario y decirles “absteneos por el bien del Partido, que ya me sacrifico yo solo dimitiendo”, se marcha y les deja a ellos el “marrón” de desobedecer a la gestora… y los del PSC por otro lado, y los de Baleares por otro… vamos, una alegría que bien celebra Rajoy.

Sánchez, en fin, antes de coger su coche otra vez, debería pensar si él llegó a secretario general sólo por sí mismo, o porque las circunstancias le fueron propicias dentro del aparato del partido, circunstancia que ahora no se dará. El mismo aparato que ahora le ha echado, pero que no habría podido hacerlo si hubiera sido cada de ganar… o de no perder más de lo que ya tenían perdido.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y la novela "Todo por la patria"