La encuesta que realiza la Universidad de Granada y conocida como EGOPA, presenta algunos aspectos interesantes más allá de la valoración de los principales líderes políticos, y de la tendencia de voto, que es lo que más interés mediático y político suele atraer.
Hay uno que llama la atención por ser, por un lado contradictorio, y que unido a un segundo punto, deja en evidencia el fracaso que supone la gestión de la autonomía andaluza, lo que sólo es atribuible a un partido político, porque uno es el que la lleva gobernando en estas cuatro décadas. Vayamos por partes.
En una escala en la que el uno es el mínimo nacionalismo andaluz, y 10 el máximo, resulta que en ese 10, en ese máximo, se autoubican el 14,5% de los encuestados, y si le sumamos el quienes ocupan el puesto 8 y 9… que parece razonable, obtenemos que más del 30% de los andaluces tienen un profundo sentimiento nacionalista.
Añadan a eso que en otra pregunta, sólo el 11,6% expresa que España es “una nación de la que me siento miembro”. Para el 12,3%, España sólo es un “Estado del que soy ciudadano”, y para el 6,7% “Un Estado formado por nacionalidades y regiones”. El 68% no entra en detalles… se limita a decir que es “Mi país”, una cifra algo superior a quienes se sienten tan andaluces como españoles.
Ahora bien, si tomamos de referencia la última década, advertimos que el sentimiento dual (español y andaluz a la vez) es a día de hoy superior a 2007 en cuatro puntos, si bien ha bajado siete en un año; mientras quienes se sienten “más andaluces que españoles” ha caído desde el 17,1% al 12,1%, y es también desde hace un año cuando ha comenzado a crecer, y lo ha hecho en cuatro puntos. Quienes se sienten más españoles está por debajo y quienes se sienten sólo andaluces también.
Como se observa, hay mucho nacionalista andaluz pero no hay representación parlamentaria de ese sentimiento, y es que si atendemos a la otra pregunta (¿y tú de quién eres? Que dirían los “Chanclas”) también hay una cantidad importante de andaluces que ven a España como “Estado”, un “contenedor” de nacionalidades y regiones, de pueblos, un ente al que estamos vinculados legalmente. Eso sólo puede significar una cosa, y es que el andaluz tiene conciencia de su identidad propia y diferenciada, y por eso se manifiesta como nacionalista –cree que Andalucía es una nación- pero no ve necesario que eso tenga su traslación política.
Pero vayamos a otra cuestión, que es la de cómo vemos los andaluces la cuestión territorial. Ahí queda claro que la autonomía andaluza, o mejor dicho, quienes la gestionan desde sus inicios, han fracasado rotundamente.
Hace una década, casi el 70% de los andaluces creía que el mejor sistema de organización del Estado eran las autonomías tal como está, una cifra que a día de hoy es del 49%. Frente a esa desconfianza en el sistema actual, vemos crecer dos opciones, la de quienes defienden un Estado de corte federal con mayor margen autonómico, que pasa de 13% al 20,8%, los que apoyan procesos independentistas que pasa del 1% a más del 4%, y claro, quienes opinan que hay que acabar con las autonomías y revertir el proceso hacia el centralismo, que suben del 11% a más del 22%.
Eso demuestra que la esperanza que los andaluces pusimos en la autonomía como medio para resolver nuestros problemas endémicos de tipo social y económico ha sido un fiasco, y que no ha servido tampoco para defender nuestra identidad. De esta forma, se ve claramente que baja de un modo impresionante quienes confían en el sistema territorial actual, y a cambio, aumentan los que demandan más autonomía (federalismo o independencia) y quienes reclaman la vuelta al centralismo.
La pregunta entonces es por qué los andaluces votan lo que votan.