Un contrato de 595.969 euros para laboratorios de control de calidad, publicado ayer en el BOE, confirma que el AVE no llegará a Almería en esta legislatura pese a las promesas del Gobierno. ADIF Alta Velocidad inicia un procedimiento abierto para supervisar materiales en el subtramo Murcia-Lorca del Corredor Mediterráneo con una duración de 36 meses, lo que prolonga los trabajos hasta mediados de 2028.
La adjudicación del servicio —cuyas ofertas técnicas se abrirán el 7 de julio y las económicas el 23 de julio— evidencia el último capítulo de una cronografía de incumplimientos. Lo que en 2018 el presidente Sánchez prometió para 2023, luego se retrasó a 2025, después a 2026, y finalmente fue rebautizado como "objetivo de legislatura" por el ministro Óscar Puente. Hace apenas tres días, el subdelegado José María Martín insistía en EL DEBATE de 7TV Almería: "palabra de ministro" para confirmar que ocurriría así. Sin embargo, los plazos de esta licitación demuestran que solo los controles de calidad se extenderán hasta junio de 2028.
La sombra del soterramiento
Pero el verdadero cuello de botella acecha en Almería capital. Mientras la segunda fase del soterramiento concluirá en octubre de 2026, las fases 3 a 6 —pendientes de licitación— suman 45 meses adicionales de obras. Este calendario realista sitúa la finalización del soterramiento cerca de 2030, imposibilitando físicamente la entrada del tren a la ciudad hasta esa fecha. "Sin vías soterradas operativas, el AVE se detendrá en las afueras como un fantasma de hierro", advierte un técnico de infraestructuras consultado.
El anuncio del BOE, que podría ser cofinanciado con fondos FEDER hasta 2027, no menciona esta contradicción temporal. Es el séptimo retraso en siete años. Cada licitación desmonta un nuevo eslogan gubernamental. El Ministerio de Transportes guarda silencio ante la evidencia: lo que se vendió como "corredor prioritario" encadena demoras mientras otros trazados aceleran sus inauguraciones.
Con este contrato, ADIF certifica que Almería seguirá esperando. No solo incumple la palabra política: consolida su posición como la única capital mediterránea aún desconectada de la red de alta velocidad, ahora con horizontes que rozan el final de la década.
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