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Pablo Escobar, la Catedral y LLedoners

jueves 10 de diciembre de 2020, 12:11h

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Las advertencias del Supremo han puesto en primera página los privilegios que disfrutan en Lledoners unos políticos delincuentes. Los presos independentistas catalanes, solo son eso, unos malhechores que incumplieron e incumplen la ley.

Nuestro marino no tardó en comentar:

—Algunas maniobras, campañas de propaganda y de concienciación social que se hacen desde el gobierno y sus socios preferentes, parecerían meras anécdotas, si no fuera porque en el trasfondo están las muertes de la pandemia y sus daños colaterales, como son la recesión económica y el crecimiento del paro. Nadie puede dudar que, en el arco parlamentario, todos deben hablar con todos, pero convertir en socios preferentes a un grupo político que representa al terrorismo durante la democracia, sin cumplir los requisitos del abandono de las armas, declarar su arrepentimiento, pedir perdón a las víctimas y juzgar todos los delitos de sangre y a unos independentistas cuya cúpula está en la cárcel y que, a la menor oportunidad, proclaman que lo volverían a hacer; además de chusco, en otro país, tendría un tratamiento mucho más severo de los votantes y la judicatura. Parece que a la «joven democracia» las costuras se le empiezan a mover. La sociedad cambia, evoluciona y está sujeta a modas, pero habremos hecho algo mal para que esto sea lo que está presente en los medios de comunicación, en medio de una pandemia. Aprender de los errores, mejorar la gestión o hacer cierta pedagogía para cohesionar el país de cara al futuro no sería un mal comienzo.

La joven profesora medió:

—Este gobierno, cuando personas relevantes del PSOE han manifestado en público, y otros muchos —en privado—, que ha entrado en una deriva peligrosa; máxime en medio de la crisis que nos ha tocado vivir, y que el precio que se paga por ese apoyo va a ser muy alto para los españoles y las generaciones venideras. Mientras, la acción de gobierno debería enfocarse a un pacto de Estado para acometer los retos actuales y las incertidumbres de futuro que se vislumbran, pero se entretienen en una política de distracción, propaganda e incongruencias que solo nos va a aportar mayor endeudamiento, caída de la economía y un aumento histórico del paro. Todo eso con un gobierno que se declara progresista, social e integrador.

Interviene nuestro viejo marino:

—En este escenario en el que cada día estamos expectantes de cuál va a ser la nueva noticia que va a dejar en un segundo plano la ocurrencia anterior, vemos el toque de atención que el Supremo da sobre la situación de privilegio que tienen los delincuentes independentistas, presos en las cárceles catalanas. Por mucha propaganda y maniobras de distracción, no podemos olvidar que Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Turull, Josep Rull, Raül Romeva, Jordi Sànchez, Jordi Cuixart, Dolors Bassa o Carme Forcadell son unos malhechores juzgados y condenados, no por ejercer la política, como intentan propagar, sino por incumplir y saltarse las leyes; y este toque del Supremo pretende poner un poco de orden a esta situación.

La cárcel de Lledoners se ha convertido en un retiro de lujo, en el que gozan de muchos privilegios y una situación de agravio comparativo con el resto de los presos. Son muchos los detalles que se han conocido y algunos sonrojan, pero lo cierto es que han convertido la cárcel en un pequeño paraíso donde sobrellevar todas las penas. Esto nos recuerda aquella cárcel colombiana «La Catedral» que se hizo construir el narcotraficante Pablo Escobar para dar la apariencia de estar encerrado, pero en la que tenía todo tipo de lujos. La actuación del Supremo es oportuna y era necesaria porque, aunque ellos se presenten como luchadores por la libertad, solo son unos delincuentes.

Medió la profesora.

—Como en todos los temas importantes, la realidad suele ser muy poliédrica y tiene muchas caras. Mientras para unos la sentencia fue muy dura, otros piensan que debería haber sido mucho más contundente, por la gravedad de los hechos y para que fuera disuasoria en el futuro para evitar veleidades y como apercibimiento de que saltarse la ley no sale gratis. Aunque los tiempos que estamos viviendo todo esto parece que se quiere someter a revisión.

El marino asiente y comenta:

—Tienes razón todo es muy poliédrico y además entramos en un tema jurídico y político complejo, pero me atrevo a hacer alguna consideración. Los jueces deberían ser, si cabe, mucho más taxativos en sus sentencias cuando afectan a políticos porque, además del delito que cometen, ellos son servidores públicos, pagados con los impuestos de todos y tienen la obligación de ser los máximos cumplidores de las leyes, puesto que ellos son los que legislan y las imponen. Deben ser referentes sociales, porque a través de sus actos y su gestión, marcan el modelo de sociedad y nuestras obligaciones. En caso contrario, se quiebra el Estado de Derecho y podemos pensar que vivimos en un sistema jurídico fallido, en el que los poderosos se pueden saltar las leyes. Es peligroso que pueda calar en la sociedad que ciertos sectores con vericuetos legales o un tratamiento de privilegio eluden el cumplimiento de la ley, mientras para otros la apisonadora de la justicia les arrolla con su rodillo implacable.

—Querido amigo creo que es la hora de pagar nuestro desayuno e irnos, porque si seguimos en este tono va a venir del «ministerio de la verdad» y nos acabe procesando.

Nuestro marino, entre risas, responde:

—Es verdad, se nos está haciendo tarde, aunque vivimos en democracia, tenemos libertad de expresión y todavía no se ha creado un cuerpo policial como la Stasi. Aunque por precaución no demos ideas.

Afortunadamente nuestros amigos viven en la aldea, junto al mar y siguen viendo las cosas con algo de humor y de otra manera.