Ha sido en una de las últimas reuniones de Ciudadanos en la capital almeriense, y ha puesto de manifiesto que la tensión de la que venimos hablando en los últimos meses está un punto más allá de lo razonable.
Que a esa reunión tuviera que acudir el 061 porque a uno de los asistentes alcanza un estado -del que preferimos no entrar en detalles por preservar su intimidad- ante el nivel que estaba alcanzando la discusión, y que incluso tuviera que personarse una patrulla de la Policía Local avisada por la concejala Mabel Hernández aunque finalmente no levantaran acta de nada, demuestra que lo visto hasta ahora en la política almeriense puede quedarse en juego de niños.
Pero claro, todo esto da qué pensar. Ciudadanos es un partido aún pequeño, sin más cargos públicos que un puñado de concejales en toda la provincia, una parlamentaria, un diputado provincial y uno en el Congreso. Nada más.
Una pregunta que surge de modo inmediato es a qué viene este afán por hacer afiliaciones masivas para tener poder dentro del partido, pero también qué papel está jugando Marta Bosquet en este asunto, y por ende, Juan Marín, y si Roberto Vaca es el instigador o el mero ejecutor.
Y no menos importante es conocer los motivos. Tal vez la cercanía entre Ciudadanos Andalucía y el PSOE-A esté propiciando que eso se produzca también en el ámbito provincial, donde de ellos depende el gobierno de la capital, y dependía el de Roquetas, por ejemplo, pero sobre todo, sería una estrategia de cara a las próximas elecciones municipales.
O puede ser, simplemente, ganas de acabar con Miguel Cazorla, quien hay que recordar que fue el promotor de Ciudadanos en Almería, pero contra quien parecen dirigirse todos los dardos envenenados.