Dedicado a los políticos almerienses: a unos por recordar, a otros por olvidar, y a otros por ignorar.
Si hay un ejemplo de manipulación de hechos históricos contemporáneos, ese es el 28F, institucionalmente proclamado como Día de Andalucía, y en el que se conmemora el referéndum que nos permitió el acceso a la autonomía como nacionalidad histórica.
En aquella consulta, 118.186 almerienses dijeron SÍ a la vía del artículo 151 para alcanzar la autonomía plena de modo inmediato, lo que es lo mismo, el 83% de los votantes (por encima de Jaén, y a tres puntos de la media andaluza), y 11.092, respondieron que NO. Eso fue lo que se preguntó (“¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?”), y eso lo que se contestó, pero las condiciones legales pactadas por UCD y PSOE contra las aspiraciones andaluzas, obligaban a que, para que toda nuestra tierra –insisto, toda junta, no cada una de las provincias por separado- lograra ese derecho, los síes debían sumar mayoría absoluta del censo electoral en cada una de las circunscripciones, y eso no ocurrió –por muy poco- en Almería.
Como en otras ocasiones he comentado las razones que hubo detrás de aquella situación, no me detendré, porque únicamente deseo insistir en la falsedad de dos afirmaciones que suelen hacerse con relación a aquel resultado, y que algunos resumen en que “Almería dijo no a estar en Andalucía”. Pues difícilmente pudo responder eso esta provincia cuando no fue por lo que se le preguntó, y en todo caso, lo que contestó fue SÍ, de modo claro y rotundo… aunque no en la mayoría que exigía la ley, pero desde luego, no respondió NO.
Aquel fue el segundo SÍ que dio Almería al proceso autonómico andaluz, ya que el primero se produjo también por la exigencia de la Ley Orgánica que reguló este tipo de consultas, y a la que… vaya… solo se enfrentó Andalucía, ya que las demás únicamente tuvieron que aprobar los estatutos, con más síes que noes, y con la referencia de todo el territorio, no provincia a provincia. Sí, además del referéndum sobre el Estatuto, al que 109.426 almerienses dijeron SÍ (más del 86% de los votantes, y solo tres puntos por debajo de la media andaluza), y 12.228 que NO.
El primer SÍ derivó del cumplimiento del artículo 8, que rezaba “La iniciativa autonómica deberá acreditarse mediante elevación al Gobierno de los acuerdos de las Diputaciones o de los órganos interinsulares correspondientes y de las tres cuartas partes de los Municipios de cada una de las provincias afectadas que represente, al menos, la mayoría del censo electoral de cada una de ellas”. Pues bien, centrándonos en Almería, no solo lo pidió la Diputación –que el 4 de Diciembre de 1977 colgó la verdiblanca en el balcón aunque no era aún oficial-, es que lo respaldaron en pleno el 92% de los ayuntamientos (como en Málaga), que suponían el 95% del censo electoral provincial (como Huelva), y el 96% sobre la población de derecho (como Granada). Es evidente que de largo la provincia de Almería supero los requisitos legales, en tan altas proporciones como otros territorios andaluces, y no fueron más porque los municipios en los que no consta el apoyo al referéndum, el partido político mayoritario era la UCD.
El tercer SÍ que dio Almería en aquellas fechas fue fruto de la encerrona que supuso aquel referéndum, porque como estaba creado para que lo perdiéramos, quienes lo pactaron, no tenían Plan B.
Había un hecho objetivo incuestionable: Andalucía quería autonomía, y la quería ya, y la quería como nacionalidad, pero el referéndum, efectivamente, se había perdido por el resultado de Almería, a pesar de los dos claros y rotundos síes almeriense. Eso bloqueó la situación porque el resultado legal de la consulta era inverso al deseo de la inmensa mayoría de los votantes.
Igual que no nos hemos detenido en relatar cómo se gestó el referéndum, tampoco lo haremos en todas las negociaciones para el desbloqueo autonómico, e iremos directamente al tercer SÍ de Almería.
El Partido Socialista Andaluz que lideraba Alejando Rojas-Marcos, aprovechó la debilidad política del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez (UCD), para proponer una solución que asumieron todos los partidos políticos. La cuestión autonómica andaluza se estaba enquistando y se había convertido en un “asunto de Estado”, y se recurrió al artículo 144 de la Constitución.
El tercer SÍ de Almería se produjo cuando los tres diputados de la UCD y su senadora, así como los dos diputados del PSOE, y su senador, firmaron la petición de aplicación del artículo 144, mediante el cual, “por motivos de interés general”, se sustituía el resultado del referéndum de la provincia –donde no olvidemos que los síes eran casi diez veces más que los noes- para que el conjunto de Andalucía pudiese tener autonomía plena.
Almería dijo claramente tres veces SÍ a que Andalucía lograra la autonomía como nacionalidad, y solo las trampas de la UCD y el PSOE nos metieron en un callejón que a punto estuvo de no tener salida.