Es alarmante observar cómo la vida humana parece tener un valor diferente dependiendo de quién la evalúe. Esta desigualdad en la valoración de las vidas se hace evidente en la reacción de la comunidad internacional, e incluso de los ciudadanos y de parte de la profesión periodística, ante los conflictos y actos de violencia que ocurren en diferentes partes del mundo.
El 7 de octubre del pasado año, Hamas, una organización terrorista que dice defender los derechos palestinos -no estaría yo tan seguro que ese sea su objetivo- realizó una incursión en Israel, provocando la muerte de 1400 personas y secuestrando a otras 200. Este ataque -cuyos elementos clave están aún sin resolver- fue condenado por casi todo el mundo, reconociendo el derecho de Israel a la autodefensa y a responder a la agresión, a pesar de que una buena parte de la comunidad internacional defiende el derecho del pueblo palestino a tener su propio Estado, como viene reconocido desde hace décadas por Naciones Unidas.
Como respuesta a esta acción criminal, Israel ha matado a alrededor de 35.000 palestinos, la mayoría de ellos civiles y niños, en el territorio ocupado de Gaza, que convirtió en un campo de concentración amurallado. A pesar de la magnitud de esta cifra, algunos medios de comunicación y algunos partidos políticos, han mirado para otro lado... casualmente, esos medios y esos partidos, ubicado en la extrema derecha. Pero cuando Israel comenzó a perder el apoyo de los Estados Unidos, que ya no podía justificar más el genocidio palestino, y le pedía contención, el estado sionista (tan semitas son los judíos como el resto de palestinos) decidió dar un pasito más, como pasito a pasito han ido ocupando territorios que no eran suyos, nunca lo fueron.
A principios de este mes de abril, Israel atacó la Embajada de Irán en Siria, matando a 7 iraníes, entre ellos un alto mando y 6 funcionarios, además de otros 6 funcionarios sirios. La respuesta de Irán ha sido un ataque sobre Israel que, afortunadamente, no causó víctimas. Sin embargo, ahora todo el mundo apunta a Irán como el agresor, olvidando que fue Israel quien golpeó primero.
Estos hechos nos llevan a reflexionar sobre la desigualdad en la valoración de las vidas. ¿Por qué la muerte de 1.400 personas en un ataque terrorista provoca una condena internacional, mientras que la muerte de 35.000 palestinos no genera la misma reacción? ¿Por qué se culpa a Irán por responder a un ataque, pero se olvida que Israel fue el primero en golpear?
Es crucial que la comunidad internacional, los ciudadanos y la profesión periodística reflexionen sobre estas preguntas y trabajen para garantizar que todas las vidas sean valoradas por igual.
Si terrorismo es causar terror ¿quién es más terrorista, quien mata 1.400 personas o quien mata 35.000? ¿quién es más terrorista, quien ataque una delegación diplomática en un tercer país causando muertos, o quien responde a ésto a sabiendas de que será repelido por un eficaz escudo antimisiles?