¿Acaso Óscar Puente no lo sabía? Él conocía su máster de juguete, la alegría curricular de sus compañeros, y ahora este señor falso bibliotecario, responsable de la DANA. Pero entonces, ¿por qué sacó a relucir lo de Noelia?
Estamos en los últimos minutos del partido, su equipo pierde por goleada, salvo en el mundo idílico de las encuestas de Tezanos. ¿Qué le queda? ¿Asumir responsabilidades por los escándalos hartos conocidos y lanzados a la cara de sus electores (léase la autoamnistía)? No. Para Puente, la solución es enmarañar el partido, tangana tras tangana, con la esperanza de que el caos futbolístico les permita colar un gol aunque sea con el culo (Montoro, Noelia), sin importar dejar su defensa desguarnecida. ¿Qué más da un gol más si ya llevan un saco gordo a sus espaldas?
La deportividad, el saber competir, no son valores que a Óscar le importen lo más mínimo, ya que cree entender que son debilidades. Y así nos tienen a todos peleándonos unos con otros para que sus miserias nos parezcan menos miserables.
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