¿Qué fue lo primero, el disco o el pantalón? La historia solo podía ocurrir en España y levantar pasiones como está sucediendo. En países de sangre caliente como es el nuestro, resulta casi normal que el ciudadano de la calle, tras acabar una liga balompédica con más o menos suerte para el equipo de tus “calores”, se te encienden los ánimos, y lo que no son los ánimos, con esos once vestidos con calzón corto que corren tras el balón y que te llevan de derrota tras derrota hasta llegar al final de la campaña y no lograr el ansiado ascenso a la división de honor, se pregunte, no por los culpables que los resultados del equipo de sus amores, también de sus odios, ya se sabe que donde hay amor, algo de odio crece al mismo tiempo, una cuestión tan normal, tan lógica, y que recorre en estas semanas las redes, los mensajes y las barras de los bares, pasando por las playas, en estos días empiezan a estar bastantes concurridas, como es: ¿dónde escondió la pilingui que estaba en la casa del señor Ábalos el famoso disco?
La señorita, o señora, tenía la orden de pasear al perrito del dueño de la casa, el bien ponderado hasta ayer Ábalos, hoy sabemos que es un imbécil, lo ha dicho él mismo, señoría, un gilipollas, expresión también suya y a él dedicada, y no sé cuántas lindezas más, tras reconocer que ha sido engañado. Pobre hombre. Todo lo que tiene de grande lo tiene de buena persona. Llegaron los chicos del norte, y a él, un valenciano de sangre caliente, lo llevaron, sin percatarse este hombre de bien, al huerto de los puticlubs, a los engaños de las pilinguis, a meterle en el ministerio, no ha dicho lo que le metían, pero también se lo hemos oído decir. Una vez que hemos comprobado que estamos ante el tonto valenciano de la película, al que han engañado un par de trileros del norte, entendemos que al hijo del picaor, los chicarrones del norte le metieron el rejón. No se daba cuenta, lo hacían rodeado de mujeres y de billetes de euros, y el bueno de Ábalos no se daba cuenta. Pobre mío. Por eso España se pregunta, ¿dónde sacó escondido el disco la chica que sacaba a pasear el perro? Todos las respuestas que he recibido se inclinan y apuntan a que en el pantalón. Ante un problema con los civiles que se me presentó el otro día. Le propuse a la señora lo siguiente.
–Cariño, escóndete este disco en el pantalón y sal a darle un paseo a linda. (linda es nuestra perrita)
–¿Dónde quieres que me lo meta?
–No sé, tú sabrás donde lo puedes esconder mejor.
–Hijo, solo encuentro un lugar donde puede pasar desapercibido.
Los de la Ocu la cachearon, tras lo de la chica de Ábalos no era cosas de fiarse de la mía, pero no le encontraron el disco. ¡Es lista! De buena me ha librado. ¿Dónde se lo metería? Se lo he preguntado, y saben lo que me dijo, mirándome con cara de asco, pareces más tonto que el Ábalos ese.
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