Recuerdo en estos días de calor, ante unas alitas adobadas de pollo a la barbacoa, la historia de la que fuera durante años la responsable la de Junta de agricultura, pesca y ganadería en los gobiernos del Psoe, Clara Aguilera, a la que durante los últimos años no la hemos visto muy preocupada en Bruselas por la historias agrícolas andaluzas (ya veremos si nuestra Carmen Crespo lo podrá estar), se descargaba como una gran amante y consumidora de pollos. La señora en cuestión, que nos había denunciado el trato y su preocupación por los animales de granja, al final se le ha visto el plumero. Creo que como todos.
Tras la información oficial sobre estos nobles pollos que tanto hambre han quitado en España en la década de los sesenta y setenta. Recuerdo aquellas estadísticas de entonces que venían a decir que las familias españolas consumían dos pollos a la semana. Algunos miembros de aquellas se preguntaban, ¿qué vecinos se comían los pollos que a ellos les correspondían? Porque lo que era a ellos no lograba el pollo sentarse en sus mesas, y menos en sus platos. El Tezanos de entonces tampoco daba con la tecla del pollo.
Se empeñaba mi madre en repartir los muslos entre la grey infantil el día de la semana que nos tocaba el pollo de la estadística, pero no había para todos, la pechuga no estaba tan apetitosa, pero no se le podía hacer ascos, menudos eran los tiempos. Cuando llegaba un pollo a la mesa: Día de fiesta y de las gordas en casa, y si te tocaba muslo, cantos de aleluyas como si fuera mayo, pero al muslo, no a María, por mucho mes de mayo que se estuviera viviendo.
En estos días diríamos que a doña Clara le gustan los pollos, lo ha manifestado ella misma, no se ha cortado un ápice al decir: “Yo no me preocupo por los pollos, no me dan lástima, yo me los como”. En la publicidad oficial europea nos hablaba la mujer de los pobres animales y de su defensa. Una vez acabado el spot, sin saber si la cámara y el micrófono seguían abiertas y grabando, dijo aquello de que a ella no le preocupa el animal, que se come el pollo. Y supongo, puesta a comer la señora Aguilera, que el conejo, las chuletillas de cordero, y cualquier pieza del hermoso cerdo blanco o ibérico.
Hablando de corderos: En la Posá del Peroles, en Abla, las chuletillas de lujo. Bueno el bacalao dorao. Y Andrea un encanto a la hora de atender al personal y tomar la comanda.
Los animalistas del Pacma, que en estos días han estado preocupados por los gatos, algunos desalmados los han perseguido en algún pueblo de Almería, acabando con alguna colonia, no se debieron enterar de lo manifestado por la señora en su día, de haberlo hecho, es de imaginar que habrían puesto el grito en el cielo ante esa ansia de comerse el pollo y no defenderlo por parte de la política andaluza. En la mesa nos vamos conociendo todos, a los sindicalistas de Ugt y Ccoo los conocimos ante unas platas de marisco, a doña Clara ante el pollo, pobre y noble, de carne blanca y buen yantar.
La industria del pollo, si le deja Bruselas, está investigando para conseguir el pollo con seis o más alitas y cuatro o más muslos. La pechuga está resecona la puñetera, hay que reconocerlo.