No cabe duda que Extremadura y Andalucía son hermanas en muchos aspectos. Son parte indisolubles del Horizonte Cultural Andalusí, comparten casi toda su historia, tienen frontera física en la absurda distribución por comunidades autónomas del sistema centralista español y ofrecen desgraciadas cifras socioeconómicas similares. La situación de su gente es muy parecida y ambas ocupan un espacio periférico, de colonia interna en lo que denominan España y, por supuesto, Europa.
En el campo político entendemos que también se presentan paralelismos. Preeminencia del PSOE durante varias legislaturas, ilusionante en las primeras y decepcionante en las últimas, desarrollando políticas liberales y privatizadoras, muy similares a las que el recién llegado PP en la segunda década del siglo. Se ha cacareado hasta la saciedad que se han derechizado y que la llegada de la ultraderecha es inevitable, a la vez que se incide en el hundimiento de la izquierda como si ésta fuera monolítica, uniforme y, por supuesto, identificada casi exclusivamente con el PSOE. En ambas hay un minúsculo movimiento soberanista que más adelante comentaremos.
Estas elecciones al Parlamento de Extremadura del 21 de diciembre de 2025 son peculiares. En primer lugar porque se desarrollan de forma independiente a otras. Hasta ahora se habían hecho coincidir con otros comicios, por lo que mediática y estratégicamente se veían arrastrados por una visión estatal, que no podía ser obviada ni discriminada de la política general. En segundo lugar, por la ola conservadora que estamos atravesando, especialmente desde la llegada a los medios de comunicación de los éxitos electorales de las opciones de ultraderecha más radicales y vehementes, como la de Trump, Milei, Kast o Meloni, y la marginación de otros de izquierda como los de Lula, Petro o Sheinbaum. Y en tercero, hay que destacar que esta convocatoria lo ha sido por la imposibilidad de aprobar su presupuesto autonómico por parte del gobierno del PP, que no ha recibido el respaldo de Vox que lo ascendió a la Presidencia. El último dato no es baladí, pues la motivación fundamental de este adelanto electoral firmado por Guardiola ha sido superar el bloqueo de la ultraderecha o, dicho de otro modo, buscar la mayoría absoluta que no le haga depender del apoyo de otro partido. Es posible que Moreno Bonilla se vea tentado a hacer lo mismo para evitar la moda Vox aunque, por los resultados de ayer, es más que probable que “ponga sus barbas a remojar”.
Yendo a los datos, algo que se comenta poco es la baja participación en esta contienda disminuyendo ni más ni menos que un 9% con respecto a las anteriores. Quizás las fechas prenavideñas, prelotéricas o vacacionales, hayan influido y, posiblemente, quienes más debieran apostar por la visita a las urnas hayan promocionado la no asistencia diciendo al electorado que “está tol pescao vendío” y “yapaqué”. Es un clásico de las mayorías electomediáticas, lo ha hecho el bipartidismo siempre y suele ser una estrategia que funciona. Por supuesto, será algo que veremos en Andalucía con fuerza, pues los medios, bien embadurnados por los presupuestos de la propaganda pública, pagada por la gente, manipulados por el partido de gobierno, lo orientarán igualmente. El triunfalismo del PP juanmista de Andalucía se ve en Canal Sur, ABC de Sevilla y algo menos, pero también, en el Diario de Sevilla y el Correo de Andalucía y, por estrategia de división, en la mayor parte de los medios de corte estatal, desde la Razón, El Mundo, Antena 3 u Onda Cero, hasta a veces RTVE a El País, aunque se debaten entre apoyar a Juanma el moderado o a Abascal el multicandidato.
Una consecuencia inmediata del aumento del abstencionismo es que con menos votos se alcanza el escaño, cómputo que beneficia a todos los partidos inicialmente pero, en la práctica a aquellos que consigan el 5% de los votos por provincia, concentrando la representatividad, aún más, en unas pocas opciones, en este caso extremeño ha sido en cuatro, como puede pasar en Andalucía. Algo que poco nos dicen es que la “extraordinaria” victoria del PP de Guardiola, con un asiento más que en las elecciones anteriores, se ha conseguido con casi 8.000 votos menos. Es curioso este sistema electoral, a pesar de la exaltación democrática, que premia la no participación política, que puede dar más representatividad aunque tengas menos votos y que deja fuera a muchas opciones por ser minoritarias. Ningún parlamento ha intentado modificar ese régimen, fundamentalmente porque tendría que ser impulsado justamente por quien se ve beneficiado por ello, y el andaluz no es una excepción. Lo sufriremos igual.
La debacle ha llegado al PSOE. Al desgaste provocado por el lawfare, el acoso mediático y la incapacidad de resolver los grandes problemas de la gente (vivienda, sanidad, precariedad laboral, educación, electricidad,…) se le ha sumado la presunción de culpabilidad de su candidato. Gallardo ha sido elegido en primarias y ha hecho la mejor campaña posible, con apoyos de Pedro Sánchez y de otros liderazgos del partido pero no ha podido evitar el desastre. De 28 asientos ha pasado a 18, probablemente ha cedido siete al PP y 3 a Unidas Podemos Extremadura o alguno de ellos simplemente al abstencionismo. Ha pasado de ser la fuerza articuladora de la política extremeña a quedar en una oposición menguada y débil. En el caso de Andalucía es posible que la apuesta por María Jesús Montero frene esa posible caída y que el PSOE mantenga sus votantes o que la variación no sea tan importante, pues, hasta hoy, no ha sido más salpicada por tantos escándalos mediáticos como los del PP morenobonillista pero, como eso sucede planificadamente unas semanas antes de las elecciones, no se sabe si puede suceder. Que tomen nota y aceleren pues si no vemos a la candidata del PSOE en las agrupaciones, presente en estas tierras, aprovechando cualquier oportunidad para hacerse visible, nos acordaremos más de sus desgraciados tiempos de consejera que de una opción reiniciada y rejuvenecida del PSOE, como ha sucedido en Extremadura.
Del PP qué decir. De nuevo han escondido las siglas para poner a Guardiola por delante, sin equipo ni partido, como hicieron y harán con Moreno. De nuevo han presentado a la candidata como la moderada que puede agrupar a toda opción “sensata” y “suavita”, como el de San Telmo, aunque haya pactado con la ultraderecha, privatice todo lo posible, disminuya y menosprecie lo público y priorice los intereses políticos, económicos y culturales de Madrid por encima de los de su comunidad. De nuevo, esta vez con menos vehemencia, ha dicho que no pactará con Vox, lo ha declarado su enemigo electoral número uno y lo ha menospreciado para, otra vez, lanzarse a sus brazos. Y, cuidado que, de nuevo va a necesitar esa muleta de Vox a cambio de victorias en la batalla cultural que los reaccionarios mantienen para, más temprano que tarde, asaltar las instituciones y sus presupuestos, si no se les frena a tiempo, es decir, ya.
Pues en Extremadura el fracaso ha sido total, por más que nos digan lo contrario, al PP le ha salido el tiro por la culata. Convocaron elecciones anticipadas para no depender de Vox ahora dependen el doble. Claro que, en su fuero interno, las políticas que van a tener que implementar no les desagrada en absoluto pero su poder se verá mermado y sus expectativas de futuro peor. Cuidado Juanmita, cuidado.
Y resulta que hay una opción política que ha aumentado sus votos en casi el 67%, que casi ha duplicado su número de asambleístas, que no ha podido ser frenada por más que se ha intentado. Pensarán que hablo de Vox, en coincidencia con la mayor parte de los titulares de estos días que proclaman que ha sido el gran vencedor de estas justas, quien ha salido más fortalecido, los mejores de los mejores (ya se oyen trompetas para abrir paso al nuevo Imperator Santiago), hablo de Unidas por Extremadura, encabezada por una candidata de Podemos, la izquierda, sí, la izquierda. La cuarta fuerza en el Parlamento que no podrá influir apenas, que se tendrá que limitar a gritar y arrojar verdades con un apoyo mediático limitado, como sucede en Andalucía, pero que ha tenido un apoyo nada desdeñable y, sobre todo, en ascenso. ¿La vuelta de Podemos? No creo, pues los depredadores mediáticos ya se encargarán de ella. ¿La pervivencia de una ideología transformadora, popular y progresista? Probablemente, por más que nos digan de su desaparición. Veremos en Andalucía si es posible una papeleta de este calibre, pues en caso contrario la práctica desaparición en el legislativo autonómico será inevitable.
Y una breve esquela para el soberanismo: Nuevo Extremeñismo – Adelante Extremadura, la hermana de Adelante Andalucía, las que las malas lenguas dicen que son las marcas del partido Anticapitalistas (con sede en Madrid), ha obtenido un 0,6% de los votos. No merece más comentario. Hace falta más trabajo de base, más asamblearismo, más trabajo en horizontalidad, más estar en los territorios, más apertura, más inclusión y, sobre todo, menos sectarismo y control de camarillas visionarias.
Extremadura y Andalucía, Andalucía y Extremadura, dos entidades orgánicas populares, sufrientes en lo político y necesitadas de concientización que anuncie nuevos análisis de su situación y aborde alternativas de progreso y mejora, pero desde su propia visión, su propia mirada. De nuevo hermanadas en la desgracia partidista y en el alumbre de un nuevo porvenir, pero será a medio plazo porque a corto lo tenemos difícil.