Vamos a ver, España, ¿en serio? Nos han dado una prórroga como esas que pedías en el instituto para entregar el trabajo de Filosofía, pero que al final acababas haciendo en el recreo, a medias y con las faltas de ortografía marcadas en rojo. Pues eso, que Bruselas nos ha dicho: "Niña, los deberes, sin terminar no hay milloncico". Y así, nuestro país se ha quedado sin 1.000 millones de euros, que no es moco de pavo.
Yo me imagino a los técnicos de la UE revisando nuestros informes como mi abuela cuando me ve llegar a su casa en Almería con chanclas y calcetines: "¿Otra vez así, hija? ¿No te da vergüenza?". Pues eso mismo. Nos han dado seis meses más para cumplir, pero ya sabemos cómo funciona esto: hasta que no veas la soga en el cuello, no te pones las pilas.
Y mira que en Almería sabemos de fondos europeos. ¡Si hasta los invernaderos parecen haber salido de un presupuesto de Bruselas! Pero aquí, con lo de los Next Generation, vamos a paso de procesión en Semana Santa. Eso sí, con menos floritura y más papeleo.
Me acuerdo de mi amigo Paco, que trabaja en una pyme de energía renovable por El Ejido. Él, que vive obsesionado con los plazos, me dice: "Si yo entregara los proyectos como el Gobierno los informes, me habrían despedido en el Paleolítico". Y razón no le falta.
El problema no es solo que nos quedemos sin ese pellizco (que, ojo, equivale a unas cuantas rondas de tapas en la Plaza Vieja), sino que cada vez que Europa nos pone un asterisco, la credibilidad se nos resquebraja más que un bizcocho de la Abuela Lola cuando lo cortas mal.
Así que, señores del Gobierno, menos ruedas de prensa triunfalistas y más currárselo. Que Almería, y toda España, necesita esa pasta no para tirar cohetes, sino para cosas serias: energía, digitalización, empleo… O sea, lo que habíamos prometido.
Porque, al final, esto no es un examen sorpresa. Nos dieron la chuleta y, aún así, seguimos mirando al techo como si las respuestas fueran a caer del cielo… como los tomates de Níjar.
Moraleja: A ver si espabilamos, que en Europa ya nos tienen más fichados que al que intenta colarse en el mercadillo de Cabo de Gata sin pagar la tasa.