La elección de Fernando Martínez como orador para el día del homenaje a los Mártires de la Libertad no podía ser más acertada, por ser él quien es, pero también por ser tomada la decisión en pleno debate sobre la conveniencia o no de sacar el monumento de la Plaza de la Constitución.
Que sea el Partido Popular quien escoja a un exalcalde socialista para este evento, es otro elemento que nos reconcilia como ciudadanos con lo que debía ser una constante, la de reconocer la valía profesional de las personas más allá de su filiación política. También vendría bien apuntar que fue un equipo de Gobierno del PP quien puso una calle al también exalcalde socialista Santiago Martínez Cabrejas frente a la indiferencia de quienes fueron sus compañeros de partido.
Hará un mes que realicé una entrevista a Fernando Martínez, y acudí a ella con la mente abierta, dispuesto a escuchar y reflexionar sobre la posibilidad de trasladar el monumento que él personalmente como concejal de Cultura con Cabrejas, impulsó a reubicar en su emplazamiento actual. Y digo que con la mente abierta porque hasta ese momento no me parecía mal dejarlo donde está, pero tampoco moverlo. En ambas opciones veía elemento positivos y negativos, y por supuesto, no entendía que hacer una cosa o la otra tuviera que ver con planteamientos ideológicos.
Mientras tomábamos un café, yo lancé la primera pregunta, que era sencillamente qué opinaba sobre el traslado y si, en todo caso, eso debía ser una decisión del equipo de Gobierno, del pleno, o de la ciudadanía mediante consulta popular. La profusión de su respuesta casi se acercó a la media hora.
Fue una magnífica lección de intrahistoria almeriense, con nombres y apellidos, con ramificaciones familiares que se extienden hasta la actualidad, con fechas concretas, con calles y plazas... remontándose al periodo previo a la llegada de “los coloraos” y avanzando paso a paso y en detalle por todas las circunstancias que desembocaron en el que tal vez resultó ser el gesto más simbólico de la recobrada libertad en esta ciudad, que el monumento desmantelado por un alcalde fascistoide “más franquista que Franco” recuperara su sitio.
Atendiendo a su exposición de hechos objetivos no cabe más que pensar que sí, que debe seguir donde está, que ese y no otro puede ser su sitio
Fernando Martínez no pretendió convencerme de nada, ya que desconocía mi opinión al respecto, pero atendiendo a su exposición de hechos objetivos no cabe más que pensar que sí, que debe seguir donde está, que ese y no otro puede ser su sitio, por historia, por tradición, y por sentido conceptual. Y es que no podemos cambiar de barrio la Alcazaba para evitar que haya que subir una cuesta, porque está donde está, y tampoco se nos ocurriría poner la catedral en otro lugar con la excusa de tener una plaza más grande o de que crearíamos otro foco de interés turístico en un punto distinto de la ciudad... está donde está.
Valoren la importancia de que Almería sea “muy noble, muy leal, y decida por la Libertad”
Cosa distinta es que hubiese que cambiar algunos aspectos del protocolo del acto, que si bien no dejan de ser eso, elementos accesorios, también la misa dejó de decirse en latín y al fin los feligreses se enteraron de qué rezaban sin que temblaran los cimientos del Vaticano. En 1998 la supresión de la Marsellesa por Juan Megino provocó que el PSOE hiciera un acto alternativo.
Que haya sido un gobierno del PP partidario del traslado, quien encargue el discurso a un exalcalde socialista favorable a su mantenimiento, es ejemplo de ese liberalismo que pretendían difundir “los coloraos”.
Les aconsejo que no se pierdan la oportunidad de escuchar al profesor Martínez, que lo hagan sin prejuicios, y que valoren la importancia de que Almería sea “muy noble, muy leal, y decida por la Libertad”.