A estas alturas del año ha llegado ya el momento de que el alcalde de la capital presente las cuentas municipales con los que, durante 2018, pretende ir ejecutando su proyecto de ciudad. Los presupuestos anuales son el documento más importante con el que cuenta cualquier gobierno ya que tiene que servir para dar respuesta a las principales necesidades dentro del ámbito para el que se diseñan y supone la plasmación en hechos del modelo de ciudad, autonomía o país al que aspira el partido que ostenta la responsabilidad de gobernar.
Cuando se habla de presupuestos se habla indirectamente, por otro lado, de muchas cuestiones. Como, por ejemplo, de la capacidad o incapacidad que tiene un equipo de gobierno de llegar a acuerdos con otras formaciones políticas para sacarlos adelante en caso si no cuenta con una mayoría suficiente. Ese es el caso del Partido Popular en Almería que, con el alcalde a la cabeza, se enfrenta a esta trascendental tarea con dos sellos propios: El de la descoordinación y falta de seriedad dentro de su equipo de gobierno y el de los pésimos resultados en la ejecución de las cuentas de años anteriores.
La primera de las afirmaciones se sustenta en el hecho de que, a estas alturas, el alcalde no haya presentando aún sus presupuestos en el pleno. Va tarde de cara a poder hacer que entren en vigor a inicios de 2018, algo que ya sucedió este 2017, cuando se perdieron tres meses para comenzar a emplear el dinero contemplado para obras y otras actuaciones municipales. A eso se suma una preocupante falta de liderazgo del propio regidor, traducida en que no se haya puesto personalmente al frente de una búsqueda de acuerdos para la aprobación del presupuesto y para lo que el PSOE, principal partido de la oposición, le hizo llegar el pasado mes de octubre un documento con cinco líneas de negociación.
Resulta evidente que esa ausencia de respuesta durante casi un mes implicaba un rechazo de soslayo a las cuestiones básicas que desde el PSOE consideramos que deben de contemplarse y entre las que destacan una fiscalidad más justa y progresiva, con la rebaja de golpe del IBI que está autorizada por el Gobierno de España; un plan de empleo propio y medidas para favorecer la creación de puestos de trabajo entre autónomos y emprendedores; una mayor atención a los barrios o un aumento en el esfuerzo económico dedicado a la atención social.
La ratificación de esa negativa a recoger las prioridades a atender que los socialistas entendemos que tiene esta ciudad ha venido a trasladarla, finalmente, la concejala de Economía durante una reunión celebrada esta semana. Por nuestra parte, les comunicamos lo que ya habíamos avanzado: Que nos opondremos con nuestro voto en pleno a unas cuentas que no reflejen el modelo de ciudad que queremos y que no den respuesta a las principales necesidades de los barrios y de los almerienses. Tampoco seremos copartícipes, y allá cada partido con su posición al respecto, de otro engaño a los almerienses cuando, como ha pasado en 2016 y 2017, los presupuestos que se terminen aprobando en pleno, previsiblemente con el apoyo de Ciudadanos, tampoco se terminen por ejecutar dentro de unos porcentajes aceptables.
Y es que, que en 2016 se dejaran de gastar 26,6 millones de euros contemplados en los presupuestos y que la ejecución de las inversiones previstas para este 2017 haya sido bajísima hasta finales de septiembre de este año, no pueden más que hacer desconfiar de la capacidad que tienen tanto el alcalde como sus concejales para cumplir con las cuentas de 2018. Ni Almería ni los almerienses se merecen tanta mentira y tanta falta de efectividad. Por lo tanto, el PSOE nunca les tapará sus vergüenzas. Frente a eso, nuestra propuesta es la de elaborar un presupuesto alternativo con el resto de la oposición. Pero, para ello, Ciudadanos tendría que dejar de ser el sustento del Partido Popular en el Ayuntamiento y, junto a Izquierda Unida, dar un paso al frente.