¿Qué es lo que ha dicho la ciudadanía al votar? Todos los políticos se afanan siempre en interpretarnos a nosotros, los votantes, que a su vez, tenemos enormes dificultades para poder interpretarlos a ellos. Ellos saben lo que nosotros hemos querido decir, que no es ni más ni menos que lo que ellos quieren que digamos.
¿Qué quisieron los almerienses en las pasadas elecciones municipales? ¿Querían un gobierno en la ciudad que dependa de la decisión que en cada momento pueda adoptar un grupo de tres concejales? ¿Querían los almerienses que decisiones tan importantes como unos presupuestos no dependan de la valoración que de ellos hagan casi la mitad de los concejales, si no de la decisión de tres?
Sinceramente dudo que eso fuera lo que querían los almerienses, como también habría sido poco justificable la hipótesis de que hay una “voluntad de cambio” que sube en el mismo barco a IU, Ciudadanos y PSOE… por que el cambio, con ser cambio, no tiene por qué tener siempre el mismo significado. Cambio es rescatar las concesiones municipales, pero también es cambio aumentarlas, como cambio es subir sueldos y aumentar el número de asesores de los grupos municipales, como lo es reducir sueldos y asesores.
El alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, escribía hace unas semanas en Noticias de Almería un artículo, en él reclamaba un gobierno estable para el Estado, y apuntaba que esa era la base del progreso económico, y por lo tanto social. Es por eso que él mismo intentó que los tres concejales de Ciudadanos se incorporaran a su nuevo equipo de Gobierno, llegando a decir en algún momento que “quiero poder ocuparme al cien por cien de los problemas almerienses, y si tengo que estar pensando en si voy a tener los apoyos suficientes, si esto va a salir o no… al final, a los problemas reales le voy a tener que dedicar menos tiempo”.
Pensemos ahora en la situación surgida tras elecciones generales más allá de la investidura. En cualquier caso, para gobernar en el día a día, tanto Mariano Rajoy como Pedro Sánchez, necesitarían permanentemente someterse al dictado no ya de una minoría, si no de todas –o casi- a la vez. No, no es la famosa geometría variable, en la que hoy pacto con unos una ley y mañana pacto otra con otros, no, todo hay que pactarlo a la vez con todos –o casi-, y además, en el caso de lograr el PSOE el Gobierno, cualquier proyecto de calado podría acabar naufragando en el Senado.
Es posible que unas nuevas elecciones generales no solucionen el problema de la inestabilidad posterior al cien por cien, pero sin duda despejarían en gran medida el camino. Tal vez se consolidarían de modo más claro dos partidos a derecha e izquierda, dos formaciones más fuertes y con mayor respaldo electoral, cuya dependencia de las minorías fuera más razonable.
Es obvio que Pedro Sánchez está en la operación “sálvame”, ya que sólo siendo presidente del Gobierno logrará mantenerse también como secretario general del PSOE, pero Podemos quiere la hegemonía de la izquierda, por lo que es creíble que esté dispuesto a ayudarle en la tarea. La patética actitud de Sánchez, arrastrándose en busca de votos hasta extremos inauditos, sólo está cavando su propia tumba si se repiten las elecciones… la suya y al del PSOE.
Volviendo a lo local, es como si la crítica del PSOE de Juan Carlos Pérez Navas, en el sentido de que el PP está pendiente de cómo se “despierta cada mañana Cazorla”, se la tuviera que aplicar Pedro Sánchez con Podemos, con las “mareas” los de Colau, los de Compromis, los de ERC o DL… o los de Ciudadanos… ¿no es un poco insultante que alguien considere que esto es lo que hemos dicho los votantes?