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12+1 Mil euros

lunes 02 de enero de 2017, 15:25h

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Quienes piensen que al Gobierno no le preocupa la escasez de puestos de trabajo, ahora van a ver, malpensados: el Gobierno está presto a mejorar sensiblemente la economía, vamos, los resultados de bancos, fabricantes de programas para móviles y servidores de internet. Y un par de puestos de trabajo caerán, tal vez -para las estadísticas, mejor si son dieciséis con contratos de una hora- pues con esa “sensible mejoría” alguna telefonista más (ahora lo llaman “márketing telefónico), tendría que ser contratada. El Gobierno es “coherencia pura” (con sus propios supuestos): ahora se ha empeñado (en realidad nos ha empeñado a los demás… a los “montes” alemanes, pero esa es otra historia) en impedir el blanqueo de dinero; en este caso decir capitales sería muy inexacto. Aunque de momento ha retirado el proyecto, sólo lo ha aplazado. Y es que sería gravísimo que la “plebe” se pueda atrever a dar pintura blanca a sus billetes, si alguna vez consiguiera reunirlos. Un gravísimo atrevimiento, intentar asimilarse a los profesionales del blanqueo, que ya no son las “marías” ni los “manolos”, porque las fachadas se estucan para ahorrarse la pintura periódica.

El Gobierno piensa impedir que se puedan hacer pagos de más de mil euros, en efectivo. Los ingresos que recorren tres continentes, para terminar en la cuenta de un “profesional”, no son pagos en metálico, claro. ¡Qué sagaz inteligencia, la de los profesionales asesores del Ejecutivo! Y qué bien ejecutan. Pues que nadie se enfade: esto es pura coherencia. Pues después de bajar sueldos, sería extraño que alguien pudiera reunir mil euros. Y, si los de abajo sacan el dinero del banco el mismo día de cobro y los de arriba lo ingresan en bancos extranjeros ¿qué dinero les queda a los pobrecitos bancos nacionales? Tan pobrecitos, que ahora en vez de dar créditos, obtienen beneficio de los propios depositantes, a quienes cobran hasta por pisarlo, y suprimen las comisiones a las cuentas corrientes. Las mantienen a las que “no son corrientes”, eso sí.

A la obligación de mantener el dinero en el banco, para que el banco cobre más comisiones, se sumará pronto la de operar con el móvil. “Comodidad” que esconde el más absoluto control, no ya del dinero, que poco control puede haber a los ochocientos euros del sueldo, sino de costumbres y movimientos, de todos. De momento usar tarjeta obligatoriamente para que el banco cobre por duplicado: a comprador y vendedor. Pronto no habrá que usar tarjetas, forzadamente sustituidas por el móvil, pero el banco seguirá cobrando a ambos, como ahora, para ahorrarse la molestia de generar beneficios prestando. Ayuda a los servidores de telefonía, pues se hará imprescindible conectarse a internet, el control pleno. Un control absoluto sobre las clases bajas y medias, si quedan medias ¿Y los grandes? No. Esos controlan al Gobierno.

¿Alguna fábrica de paños, de calzado, de sombreros o de camisas, algún almacén de coloniales ofrece puesto de asesor a los miembros del Gobierno? ¿A que no? ¡Pues, a ver…! Al Gobierno los puestos de trabajo, no, pero el beneficio de las grandes empresas que asegura buenos sueldos a los cesados, les importa muchísimo. Es que si no, se la juegan.

Rafael Sanmartín

Estudió Filosofía y Marketing y es especialista en Historia. Ha trabajado en prensa, radio y TV. Obtuvo el premio 'Temas' de relato corto por El Puente (1988), así como el '28-F' (2001), por La serie La Andalucía de la Transición, emitida por Canal Sur Televisión. De su producción literaria cabe destacar: El País que Nunca Existió (1977), El Color del Cristal, novela (2001), La Importancia de un Hombre Normal, que narra la biografía de Blas Infante, (2003), Historia de Andalucía Para Jóvenes (2005), Grandes Infamias (2006) y De Aquellos Polvos... La Autonomía y sus orígenes históricos (2011) Para el autor "la Historia es el espejo donde podemos vernos y conocernos, aunque, como está escrita por los vencedores, debe analizarse con espíritu crítico para poder interpretarla".