www.noticiasdealmeria.com

Que vuelvan pronto...

martes 31 de octubre de 2017, 07:49h

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

Add to Flipboard Magazine. Compartir en Meneame

Escucha la noticia

…los emigrantes. Decía la canción de Carlos Cano en 1977, y años antes era el lema del andalucismo. Pero dos millones y medio de andaluces fueron obligados, por los gobiernos españoles, a permanecer en Madrid, Euskadi y Cataluña. Los “vagos andaluces” obligados a levantar las comunidades ricas. Los mismos gobiernos españoles que han venido fabricando el desierto industrial andaluz y provocando la despoblación, no conseguida, pero sí disminuida, para minorar el peso de Andalucía en la política española. Gran parte de los emigrantes andaluces en Cataluña, dónde reside la mayor colonia, siguen pensando en Andalucía, pero sus hijos y nietos han nacido catalanes y se han hecho catalanistas. Más que los propios nativos. Tanto, que le han dado mayoría al catalanismo.

Esos gobiernos españoles nos quitaron la siderurgia, las fábricas de automóviles, los bancos, las industrias textil y azucarera, los cultivos de algodón, remolacha y otros, y estuvieron decididos a quitarnos el olivar, salvado en último extremo por la ecología, con trágica desilusión para quienes lo intentaron. Todas las muchas fuentes de riqueza de Andalucía han sido eliminadas porque nos quieren expresamente de mano de obra barata, allí dónde se necesite. Por algo, más de un político nos recomendó aprender idiomas para encontrar trabajo. Chaves fue más preciso: nos recomendó concretamente aprender catalán. Sin embargo, pese a ello ¿o tal vez por eso? se nos insulta, se nos veja. Según el españolismo y las autoridades administrativas y educativas, somos “vagos”, “inútiles”, “irresponsables”, “incultos”… excepto para trabajar para ellos, o dónde y cómo ellos decidan, y levantar su economía. La que ellos decidan.

Para esquilmarnos de esta manera necesitaban previamente despersonalizarnos. Pues nada mejor que negarnos nuestra historia, nuestro arte, nuestra cultura. Así, los hallazgos arqueológicos “tienen que ser” fenicios. La arquitectura, “mora”. Las personalidades de la cultura, o son romanos, ó árabes, o castellanos. Quizá ello pueda justificar el expolio de nuestras riquezas arqueológicas y artísticas, expuestas en museos madrileños. Quizá, tan sólo, como parte del expolio general a que hemos sido y somos sometidos, esas riquezas aportan ingresos a Madrid y lo detraen de Andalucía. Por eso la Dama de Baza, la obra de Picasso, Velázquez ó Murillo se mantengan en esos museos, para aportar a España una cultura que sin Andalucía es incapaz de desarrollar y unos pingües beneficios procedentes de las visitas a la ciudad para conocer el contenido de sus museos, nutridos de obras sustraídas a Andalucía.

Lo inaudito es que ahora, después de tanta depredación, haya andaluces que, en vez de ir por delante de Cataluña en su huida de la trampa españolista, apoyen la política represiva del Gobierno, para obligar a un pueblo a mantenerse dónde probablemente no quieren mantenerse.

Se nos quita la industria para favorecer la del norte y la extranjera. Se nos niega nuestra cultura para hacernos creer dependientes de la casi inexistente cultura española. Demencial es leer algunas voces en un Diccionario enciclopédico. Véase: “Rosalía de Castro: poetisa gallega”. “Gustavo Adolfo Bécquer. Poeta castellano”. O que haya libros de texto aprobados por el gobierno de España y la Junta de Andalucía, que definan a los andaluces como “vagos”, “incultos”, “inconscientes”. Lo inaudito es que ahora, después de tanta depredación, haya andaluces que, en vez de ir por delante de Cataluña en su huida de la trampa españolista, apoyen la política represiva del Gobierno, para obligar a un pueblo a mantenerse dónde probablemente no quieren mantenerse. “La fuerza de los argumentos, antes que argumentos de fuerza”, es la recomendación de Donald Tusk al gobierno de Mariano Rajoy, pero, si no fuera por el daño provocado por la violencia, hasta sería deseable. Porque la violencia, que el presidente ha justificado al referirse a la represión del 1 de octubre, marcaría el fin de su mandato. El suyo y el de su corrupto partido.

El conflicto catalán ha quitado caretas a la mal llamada izquierda y ratificado el centralismo; ratificada, más que descubierta la verdadera cara del PP; desnudado el servilismo de los medios, dado a la luz el latente y fuerte fascismo instalado en la sociedad española, a quien importa poco que el 155 sea incompatible con la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos; y la forma de interpretarlo, aún más, pues choca frontalmente con los artículos 1, 19, 25 y 26 de la citada Convención; y el Centro de Noticias de la ONU declara que “en caso de conflicto, el derecho a la libre determinación prevalece sobre el principio de integridad territorial”.

La licitud de desear y defender la unidad del Estado es indiscutible. La forma de defenderlo, no. Volver a la fuerza es volver a las cavernas. Confundir Referéndum con independencia es burda hipocresía pues, si son tantos los partidarios de mantenerse dentro del Estado español, con haber ido a votar habrían superado a los independentistas.

Lo inaudito, lo inexplicable –repítase- es que el sufrido y maltratado pueblo andaluz prefiera seguir pisoteado para mantener la “unidad” que lo maltrata, lo pisotea, le roba, lo priva de su cultura y de sus riquezas.

Rafael Sanmartín

Estudió Filosofía y Marketing y es especialista en Historia. Ha trabajado en prensa, radio y TV. Obtuvo el premio 'Temas' de relato corto por El Puente (1988), así como el '28-F' (2001), por La serie La Andalucía de la Transición, emitida por Canal Sur Televisión. De su producción literaria cabe destacar: El País que Nunca Existió (1977), El Color del Cristal, novela (2001), La Importancia de un Hombre Normal, que narra la biografía de Blas Infante, (2003), Historia de Andalucía Para Jóvenes (2005), Grandes Infamias (2006) y De Aquellos Polvos... La Autonomía y sus orígenes históricos (2011) Para el autor "la Historia es el espejo donde podemos vernos y conocernos, aunque, como está escrita por los vencedores, debe analizarse con espíritu crítico para poder interpretarla".