A veces me pregunto si Donald Trump ha pasado por Almería. No porque lo quiera ver paseando por las calles del centro, con su peinado desafiante al viento, sino porque parece que no ha entendido una de nuestras lecciones más sabias: Aquí, en nuestra tierra de sol y mar, sabemos que cada céntimo cuenta. Y aunque el dólar y el euro se muevan en un mundo diferente, la esencia de valorar lo que tenemos es universal.
Recuerdo una vez que fui a comprar unos churros a la feria de Almería. La señora que los vendía me miró con cara de incredulidad cuando le di un billete de cinco euros para pagar por un par de ellos. “¿Pero tú sabes cuántos churros puedo hacer con esto?”, me dijo entre risas. En ese momento, entendí que no solo estaba comprando un dulce, sino también un pedacito de su esfuerzo y dedicación. Cada céntimo tiene su historia, su esfuerzo detrás.
Y ahora llega Trump y dice que los centavos son un despilfarro. ¡Vaya! A mí me parece que hay algo más profundo aquí. Si nos ponemos a pensar, ¿qué significa realmente dejar de acuñar monedas de un centavo? Es como si decidieras no recoger las monedas que caen al suelo porque son "demasiado pequeñas". Pero esas monedas pequeñas pueden acumularse y convertirse en algo significativo. En Almería, cuando vamos a la playa y encontramos una moneda perdida en la arena, no podemos evitar sentirnos afortunados. ¡Es un tesoro!
Además, ¿quién no ha tenido esa conversación con amigos sobre cuánto vale realmente nuestro tiempo? Aquí todos hemos escuchado eso de “nadie da duros a cuatro pesetas”. Y es cierto: cada hora que trabajamos merece ser bien pagada. Pero también es verdad que hay cosas en la vida que no tienen precio y que a veces olvidamos valorar porque estamos demasiado ocupados persiguiendo esos centavos.
Cuando Trump habla del costo de acuñar centavos, me pregunto si está pensando en el valor real o solo en números fríos. Porque aquí en Almería sabemos que el verdadero valor está en las experiencias compartidas, en las risas alrededor de una mesa llena de tapas o en los atardeceres mágicos sobre el mar Mediterráneo.
Así que sí, quizás sea cierto que acuñar centavos cuesta más de lo que valen... pero eso no significa que debamos deshacernos de ellos como quien tira una bolsa vacía al contenedor amarillo. En lugar de eso, deberíamos aprender a apreciar hasta el último céntimo, porque al final del día, son esos pequeños detalles los que construyen nuestra vida y nuestra comunidad.
En resumen, mientras Trump juega con sus chequeras y decisiones económicas desde su lujosa oficina, yo seguiré recogiendo mis centavos perdidos en la playa y disfrutando cada uno como si fuera oro puro. Porque aquí en Almería sabemos bien: n’la pela es la pela… ¡y cada céntimo cuenta!
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