Hay actores que solo con su presencia en un escenario lo llenan completamente. Ese es el caso de José Sacristán, protagonista de la obra ‘La Colección’ dirigida por Juan Mayorga que se representaba el pasado sábado en el Teatro Auditorio de Roquetas de Mar. Dos horas antes de la puesta en escena, Sacristán descubrió la butaca de honor con su nombre que le otorgaba el ayuntamiento de Roquetas de Mar. Al acto asistió el concejal de Cultura, Daniel Salcedo.
Subrayar que la obra a lo largo de dos horas va de menos a más, ya que hay una trama clara y los protagonistas se van creciendo. Sobre el escenario, José Sacristán que encarna a Héctor, Ana Marzoa es Berna, la almeriense de Cabo de Gata, Zaira Montes, es Susana e Ignacio Jiménez es Carlos. Cuatro protagonistas para una obra densa donde hay muchos mensajes a lo largo de la noche.
Toda la trama se establece en torno a la colección. En esta caso, se trata de una colección de arte. La gran preocupación de esta pareja ya bastante mayores es dilucidar que va a pasar con su colección cuando ellos ya no estén. Sin duda, para ellos es fundamental que su legado siga intacto tras su muerte. En dos horas se habla de herencias, de la vida y de la muerte y sobre todo de esa colección que no deja dormir a la pareja protagonista.
En otra perspectiva, aparece Susana que es una joven bella, coleccionista que puede ser la mejor candidata para quedarse con el legado, aunque desde el primer minuto no va a ser fácil. Y luego hay otro personaje Carlos, que es un poco el guardián de la casa y el hombre que controla lo que ocurre en la vivienda de la pareja protagonista.
Si las palabras en esta obra son fundamentales, mucho más lo son los silencios. Hay muchas cosas que no se llegan a decir, pero se intuyen. Se habla de desconfianza en un momento dado, pero la clave está en esa colección que aparece en la escenografía desde el primer momento y acompaña al público durante dos horas.
Sacristán en una excepcional interpretación llama el ring al espacio donde está la colección, no pocas veces parece hacer boxeo, mientras que Ana Marzoa, llama la cueva a ese espacio. Es un espacio que evoca cierta nostalgia, puesto que son muchos años de coleccionismo.
Quizás hay momentos incluso de suspense en la obra, donde el espectador no sabe como va a acabar el combate dialéctico que se produce en el escenario. Pero las palabras están medidas, y para vislumbrar el futuro de la colección se ha elegido al mejor elenco posible. Dos actores y dos actrices que lo dan todo en el escenario.