433.357. Si me lo preguntas, es un número que me deja helada. Es el total de defunciones en España en 2024, y no puedo evitar sentir un escalofrío al pensarlo. En mi cabeza resuena como un eco, una especie de recordatorio de la fragilidad de la vida. Y lo peor es que, por segundo año consecutivo, los tumores se han convertido en la principal causa de muerte. ¿Te imaginas? Un 26,6% del total de fallecimientos son por esta razón. Eso significa que cada vez que miro a mi alrededor, hay un porcentaje significativo de personas que están lidiando con esta cruda realidad.
Vivo en Almería, una ciudad donde el sol brilla casi todo el año y donde la gente suele tener una sonrisa en la cara. Pero detrás de esas sonrisas hay historias que a menudo no se cuentan. Recuerdo a mi tía Rosa, una mujer fuerte como un roble, siempre dispuesta a ayudar a los demás. Hace unos años le diagnosticaron cáncer y su mundo se tambaleó. Aquella mujer que había sido el pilar de nuestra familia tuvo que enfrentarse a tratamientos dolorosos y momentos de incertidumbre. Afortunadamente, hoy sigue aquí con nosotros, pero no puedo dejar de pensar en cuántas personas no tienen esa misma suerte.
Los datos son fríos: 236,4 muertes por cada 100.000 habitantes debido a tumores frente a 231,8 por enfermedades del sistema circulatorio. Y aquí estamos, hablando de estadísticas mientras la vida sigue su curso. ¿Qué nos dice esto? Que debemos ser más conscientes de nuestra salud y cuidar nuestro cuerpo como si fuera un tesoro (que lo es). En Almería tenemos una dieta mediterránea rica en frutas y verduras; quizás deberíamos aprovecharla más y hacer menos caso a las comidas rápidas que nos invaden.
Y no solo eso: también está el tema del estrés y la ansiedad que vivimos día a día. En este rincón del mundo donde el ritmo puede ser frenético a pesar del clima relajado, muchas veces olvidamos parar y respirar. Me acuerdo de mi amigo Javier, quien siempre decía que "vivir deprisa es perderse lo mejor". Tenía razón; cuando estás corriendo todo el tiempo te olvidas de disfrutar esos momentos simples pero significativos.
Las cifras son alarmantes y nos obligan a reflexionar sobre cómo vivimos nuestras vidas y qué cambios podemos hacer para mejorar nuestra salud física y mental. No quiero sonar pesimista; al contrario, creo firmemente en la capacidad humana para adaptarse y superar adversidades. Pero también creo que es fundamental hablar abiertamente sobre estos temas y no dejarlos escondidos bajo la alfombra.
Así que aquí estoy, compartiendo mis pensamientos desde esta tierra almeriense llena de luz y esperanza. Espero que todos tomemos conciencia de lo importante que es cuidarnos unos a otros y valorar cada momento porque al final del día, somos nosotros quienes tenemos el poder de cambiar las cosas para mejor. ¡A vivir!