Ruano, hijo, no se le puede echar la culpa de todo lo que ocurre en una ciudad o pueblo al ayuntamiento por mucho que lo intente y quiera el partido de la oposición. Los alcaldes tienen su responsabilidad y me parece bien que sobre ella se les exija. El edil Ruano, en la oposición en la corporación de la capital, se reunía hace unas semanas con un colectivo de vecinos para poner en solfa a la alcaldesa, María del Mar Agüero, por no tener una ciudad limpia, unos jardines cuidados, con rosas en los rosales y unos jazmineros y galán de noche que llenen de aroma las horas nocturnas de la ciudad. A ello le puede añadir los baches de las calles, las losas rotas en las aceras y si quieren ustedes hasta lo que cobran, y que no deja de ser un abuso, en las zonas azules, la recogida de la basura y su alto coste. Hasta ahí está en su derecho, es por lo que cobra un sueldo, sea este completo, medio, o solo por asistencia a plenos.
Lo que no puede hacer el señor edil es echarle la culpa al ayuntamiento, del que él forma parte, de los sin techos que pululan por los jardines, y manifestar que los vecinos no están seguros, y que no son felices con esta situación. Sobre la seguridad de los vecinos en jardines, calles y plazas, creo que debería mirar a la calle Arapiles. Por ahí anda el secretario provincial de su partido, que al mismo tiempo es lo que antes llamábamos el gobernador civil, hoy subdelegado del gobierno, responsable de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Si alguien es responsable de la seguridad de los vecinos, es don José María Martín, alto y flaco el hombre. Al que acompañamos en los momentos que deja la pérdida de un familiar.
Quedamos por lo tanto en que la seguridad de los vecinos no es responsabilidad de los ayuntamientos, aunque no estaría de más que pusieran algo de su parte. Y llegamos a la felicidad. ¿A quién responsabilizamos de nuestra felicidad? ¿Por culpa de quién el vecino no es feliz en el quehacer diario de su vida? Aquí nos podemos encontrar con una panorama más amplio, desde empezar por la propia familia, siguiendo por el lío del tráfico que nos tienen organizado, las medusas de la playa, el calor que no nos deja dormir de noche, la falta de sacerdotes en nuestras parroquias, las noticias que nos llegan con los millones que se llevan los políticos, los precios de la fruta que ese verano no han parado de subir, las sardinas de Pepe que estaban quemadas la otra mañana en la playa, el precio de la caña que en Almería es de las más caras, las tapas con suplemento que son una pasada, las colonias de gatos, el olor a la mierda de ellos y de los perros en las calles. Y puede unir a las mismas si le parece el precio del agua, de la basura, del ibi, y entiendo que el ciudadano no sea feliz. Si encima la agencia de viajes con la que iba de vacaciones cerró sus puertas y los dejó sin ellas y sin dinero, comprendo que el vecino esté a punto de darse con la cabeza contra el cemento del muro. Que sí, Ruano, que sí, que de algunas de estas cuestiones tiene la culpa la alcaldesa y su equipo de gobierno, pero no olvide al resto de los elementos que componen la vida política y social, y si le parece hagamos el reparto equitativo entre todos ellos.