¡Madre mía, qué semana más surrealista en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE)! Leo el fallo y me froto los ojos, de verdad. Resulta que, según los señores magistrados, nuestros adorados animales de compañía están incluidos en el concepto de "equipaje". Sí, has leído bien. Mi perrita Lola, que es más de la familia que muchos primos, es, a efectos legales en un avión, ¡una mochila con patas!
La consecuencia de esto es que si a una aerolínea se le "pierde" tu mascota (algo que no quiero ni imaginar), no tiene por qué soltarte una indemnización extra por la pérdida, más allá de la que correspondería a una maleta. Es decir, que si se extravía tu neceser con la crema solar de Carboneras, se aplica la misma regla que si se esfuma tu mejor amigo peludo. ¡Me parece de juzgado de guardia (y nunca mejor dicho)!
Aquí en Almería, que somos súper de tener a los animales como reyes (mi abuela Amparo le pone la tele a su canario para que no se sienta solo), esta noticia cae como un jarro de agua fría. Sé que el objetivo del TJUE es establecer categorías, pero esto deshumaniza o, mejor dicho, desanimaliza el vínculo. Un perro o un gato no es un objeto que contiene ropa; es un ser vivo que siente y que forma parte de la vida de su dueño.
Y por si fuera poco surrealista, hay más: el fallo también dice que si un rayo impacta en el avión, la aerolínea queda libre de pagar compensación por cancelación o retraso. Esto, entiendo que va por el lado de "fuerza mayor", que la naturaleza es impredecible. Aunque si yo tuviera que elegir entre que se retrasen porque un rayo casi les da y que pierdan a mi Lola tratándola como un bulto, ¡me quedo con el retraso y el susto!
Parece que el Derecho va más lento que la vida real, donde ya todo el mundo entiende que los animales son seres sintientes y no meros bienes. Ojalá que esta decisión, tan insólita, sirva al menos para abrir un debate real y urgente: el de actualizar las leyes de transporte para que reconozcan el verdadero valor emocional de esos "bultos" que nos llenan la vida de alegría, desde el aire hasta nuestra casa en el Zapillo. ¡Y que cuiden a los animales como se merecen, no como un trolley de mano!