Mientras se tremola el pendón en el balcón del ayuntamiento de la capital, y con los días vencidos de las elecciones extremeñas, no quería dejar pasar la oportunidad de acercarme a ellas.
Nos lo cuenten o nos lo vendan como quieran, el error de María Guardiola al convocar elecciones, poco beneficio le ha supuesto en su pelea con Vox, ha perdido casi diez mil votos sobre los recibidos en las anteriores que no quiere ver el Pp, pero ha servido, eso sí, para iniciar lo que va a ser dar sepultura a este tiempo en el que Pedro Sánchez ha destrozado su partido, el Psoe, ha enfrentado a los ciudadanos de España, de uno y de otro bando, se ha ciscado en las instituciones del estado y nos ha puesto en la lista de los países perdedores de Europa y del mundo, con los peores datos por mucho que nos lo quieran vender con las macrocifras que nos vienen contando.
Pedro Sánchez, el soberbio Pedro, tras la dimisión de su fiel Gallardo como secretario general de Extremadura del Psoe, viene cavando su tumba política y la de su partido desde hace años, aunque son muy pocos los dirigentes que lo han querido ver, los demás, con orejeras puestas, solo veían lo que les vendía el amado líder.
No les ha importado la corrupción, en la derecha política lo son más.
Ni los braguetas salías de algunos dirigentes, los del Pp tienen más queridas.
Tampoco el acaparamiento que han hecho de empresas públicas y entidades.
Todo era bueno para ellos mientras no gobierne la derecha del Pp con la extrema de Vox.
Por ello tenían que llegar una elecciones y demostrarle no solo a Pedro, también a los callados y dormidos militantes, que ese no era el camino. Y Extremadura lo ha hecho. Le ha dicho al Psoe que está a un paso de ser enterrado como partido, que lo veremos en los próximos comicios a celebrar en Aragón, Castilla-León y en Andalucía, si no toman la decisión de sentar en la acera de la política, jubilar, al que hoy es el dolor de sus dolores, su secretario general.
Se llama regenerar. Dar nuevo oxígeno al socialismo o morir en el empeño. Conociendo el sectarismo que se vive en sus filas, temo que aguanten hasta el final, que no den su brazo a torcer, que no reconozcan que el emperador Sánchez está poniendo al partido a las puertas de la desaparición. Que las siglas Psoe van a estar muertas para los ciudadanos durante años, lustros o décadas. Y que no le echen la culpa al candidato Gallardo. No era el adecuado, cierto, pero no lo han puesto los militantes extremeños del partido, no se dejó que hubiera primarias, lo ha colocado por ous el puto amo. Por lo que debe ser ese amo el que le dé una respuesta a la pérdida de diez escaños en el parlamento regional extremeño. Él debería dimitir como secretario federal del Psoe, pero no lo va a hacer.
No se va a ir a su casa, que es lo que se espera tras una derrota como la sufrida, no va a convocar elecciones generales, y mientras no lo haga, los parlamentos de las comunidades y los partidos socialistas de estas regiones irán pagando los pecados cometidos por los Sánchez, metiendo a la familia y a todos aquellos a los que ha manipulado y se han dejado.
De la historia por escribir del Pp y Vox, dejemos que pasen unos días, se serenen los ánimos de unos y de otros y a ver lo que son capaces de hacer con el acuerdo al que deben llegar, que parece duro de entrada.