Violencia urbana
miércoles 23 de abril de 2014, 10:55h
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Los acontecimientos que vienen produciéndose durante los últimos días en la ciudad de Burgos, con hechos violentos incluidos, invitan a la reflexión, aún contemplando esos hechos desde la distancia y sin un conocimiento exhaustivo de todas las posiciones.
Vaya por delante, que la oposición de una parte de la ciudadanía a la construcción de una infraestructura que, en cualquier ciudad, es necesaria, no justifica, en absoluto, la actitud violenta de grupos radicalizados que al olor del conflicto acuden “como moscas a la miel”.
La construcción de una obra urbana de cierta envergadura, suscita, a priori, en cualquier lugar posiciones encontradas entre parte de la ciudadanía y la autoridad municipal, que sólo se superan con el conocimiento, y el convencimiento, previos de todas las partes afectadas, vecinos, comerciantes y asociaciones en general. Desde la distancia, parece que todos estos pasos se dieron, en su momento, en Burgos, pese a lo cual, la realidad está demostrando que siempre hay alguien dispuesto “a pescar en río revuelto”.
Las grandes infraestructuras urbanas, y un bulevar y un aparcamiento subterráneo, sin duda lo son, persiguen mejorar entornos muy necesitados de las mismas y que, una vez acabados, demuestran los beneficios logrados, y a la larga muestran, con creces, la rentabilidad de la inversión realizada. En Almería, podríamos poner diversos ejemplos de actuaciones urbanas en los últimos 15 ó 20 años.
Recuerdo que durante mi mandato de Alcalde, en la Corporación 1995-99, se puso en servicio el ramal norte de la Avenida del Mediterráneo, desde el cruce de la carretera de Los Molinos a su entronque con los accesos a Torrecárdenas. Ese día, vecinos de la zona, suficientemente instrumentalizados por un activismo político poco razonable y miope, provocaron incidentes y cortes de la calzada que obligó a tener que cerrar dicho acceso, aunque, eso sí, temporalmente.
Es verdad, que la violencia no fue tan extrema, seguramente por el carácter de los almerienses, pero sí con la suficiente irracionalidad, que el tiempo ha venido a demostrar. El pretexto puesto por los vecinos para justificar esa actitud fue una supuesta inseguridad vial, que nunca se demostró.
La realidad hoy es que, gracias a esa infraestructura puesta en servicio, esa barriada comenzó a desarrollarse en todos los sentidos, hasta convertirse en una de las más dinámicas de la ciudad en cuanto a vivienda, negocios, etc. Ninguno de los que entonces manifestaron su protesta ha reconocido públicamente esta realidad, aunque, seguramente, lo habrá hecho en privado.
Algo semejante debe suceder en Burgos. En esa ciudad, con estas actitudes, se ha violentado gravemente la Democracia, salvo que se quieran cambiar las reglas del juego y las actividades municipales, en el futuro, deban funcionar al ritmo impuesto por movimientos asamblearios.
Si esa infraestructura de Burgos al final no se hiciera para evitar esa violencia, el ejemplo sería muy negativo y se podría extender por el resto de España que, cualquier obra impulsada desde la Administraciones, pueda ser impedida por esos grupos violentos.
Iniciar una violencia urbana es relativamente fácil. Lo complicado es saber cuando se acaba y las consecuencias perversas a que pueda dar lugar.
Médico y ex alcalde de Almería por el PP
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