Bienvenido 2015

El año 2014 se ha marchado dejando por delante multitud de incertidumbres para el año que va a comenzar. Como a todo lo nuevo, lo natural es esperarlo con expectación y con los mejores deseos, pese a los agoreros de siempre, los que siempre pronostican en negativo.

La palabra clave para el 2015 es esperanza. El discurso de Nochebuena del Rey, en mi opinión, perfecto en la forma y en el fondo, de recomendable lectura para aquellos que no tuvieron la oportunidad de escucharlo en directo, ha marcado el camino por donde debiera discurrir el inmediato futuro en nuestro país. El pragmatismo de dicho discurso transcurrió por el reconocimiento de los problemas que hoy nos preocupan mayoritariamente a los ciudadanos españoles, y lo hizo con desgarro y con la necesaria determinación para poder enfrentarlos todos ellos. Me refiero a la corrupción, el paro y el problema catalán.
Las soluciones para todas esas cuestiones no van a ser fáciles, pero ha recordado, y es cierto, que España tiene los suficientes instrumentos democráticos, como la Constitución y la Justicia, para una aplicación estricta de la Ley, caiga quién caiga.

La Economía tiene puestos unos cimientos sólidos para continuar la todavía incipiente recuperación, fundamentalmente a nivel de la calle, pese al poco consumo interno, que comienza a corregirse visto el ambiente navideño, y a los nubarrones en otros países, clientes principales de nuestras exportaciones, países que tampoco está precisamente “para tirar cohetes”.
El desarrollo de la historia en España no ha sido nunca especialmente cómodo, pero siempre se han resuelto los problemas desde el convencimiento propio acompañado de la necesaria confianza en nuestras Instituciones y en los ciudadanos que las representan.

Aquí y ahora, aparece de nuevo la enorme responsabilidad de los Partidos Políticos para revertir la situación, cosa nada fácil pero imprescindible para alcanzar esa fundamental colaboración ciudadana.
El año 2015 va a ser año electoral en clave municipal y autonómica y, quizás, de elecciones generales y aquí todos los Partidos Políticos se la juegan, pero, básicamente, nos la jugamos los ciudadanos, verdaderos dueños de ese futuro. Votos introducidos en las urnas sin la reflexión necesaria o nacida desde la indignación, legítima por otra parte, y el deseo del cambio por el cambio, auspiciado por salvadores coyunturales, puede abocarnos a abismos que la inmensa mayoría del pueblo no desea.

Ya no vale apelar a la suerte por parte de los Partidos a la hora de la elección de sus candidatos. Por ahí debe empezar la necesaria Regeneración democrática que el pueblo desea y espera y, `por supuesto, en el 2015 debe continuar con la obligada ejemplaridad en las sanciones de aquellos que, en su momento, quebrantaron la confianza en ellos depositada.