A estas alturas, en los colegios andaluces –no sé fuera- se sigue estudiando la asignatura de Historia con los mismos parámetros que se marcaron durante el Franquismo, y ese es uno de los elementos que ha contribuido especialmente a que el problema territorial, a estas alturas, no es que no se haya resuelto, es que para muchos es incomprensible.
Y es que solucionar un problema, algo que a todas luces lo es, pero que no entiendes, es doblemente complicado.
En un paseo por la exposición de Baria en el Museo Arqueológico de Almería encontramos una pieza esencial, una pieza que deja en evidencia –otra vez- las muchas mentiras que jalonan las páginas de los manuales escolares, superados ya por los historiadores actuales, pero que nadie cambia en ellos, reproduciendo así sus machaconas falsedades como si fueran la Biblia, en el supuesto, claro, de considerar que lo que dice este libro sea la verdad, la única verdad.
La pieza es un monolito dedicado a Filipo II “llamado el Árabe” y está datada entre el 244 y 249 después de Cristo. Pues sí, el “Árabe” nacido en Siria no llegó en el 711, el “Árabe” no era un encarnizado luchador contra los romanos, ni contra los godos, ni contra los visigodos… y no, tampoco era musulmán, ni era Al Ándalus… y el homenaje se le hace en lo que hoy conocemos como Villaricos, fruto de 3.000 años de civilizaciones fusionadas y destiladas. Este emperador al que se rinde pleitesía en Almería está considerado como el primer emperador cristiano y deja en evidencia que a este lado del Mediterráneo había árabes antes del 711, que tenían puestos de tantísima relevancia, y que por tanto su presencia era normal, tanto, que el mito de la "invasión" se cae por su propio peso.
La traducción del monolito reza: “Al Emperador Cesar Marco Julio Filipo, Pío, Feliz, Augusto, Pontífice Máximo, en su segunda potestad tribunicia, cónsul, padre de la patria, el municipio de los Barienses, devoto a su numen y potestad”. Pues va a ser un árabe “padre de la patria”, “vaya, que contrariedad” seguro que piensa alguien. El hito fue instalado en Baria con motivo de los Juegos Seculares.
Conocer que en estas tierras había gentes de raza árabe, que no eran extranjeros, o si lo eran, sería como los romanos llegados de Roma, o los fenicios llegados de Trípoli, Biblos, Beritos, Sidón y Tiro, o como los íberos… que de algún sitio vinieron también, que la gente no nace del suelo, como en la película “Amanece, que no es poco”… conocer eso rompe con el esquema de una visión castellanocentrista de la historia de España, rompe con la idea de los Reyes Católicos y extendida por el Franquismo, de una nación de gentes homogéneas en raza, cultura y religión.
Tan preocupados andan algunos sobre la manipulación de la historia en Cataluña o Euskadi que no se dan cuenta de que aquí, en Andalucía, se hace lo mismo.