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Castilla o el oficio de la guerra
viernes 22 de mayo de 2015, 12:19h
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Se ha magnificado la "proeza", la "gesta" de la llamada "re-conquista", desde el ángulo de que unos pequeños enclaves en el Cantábrico y el Pirineo, pudieran vencer al Estado cordobés y "recuperar " el territorio perdido.
Para empezar, nadie recuperaba ningún territorio perdido, porque jamás les había pertenecido. Precisamente si, doscientos años después, los reyes castellanos decidieron declararse "herederos" de los godos, fue con la intención de adjudicarse alguna legitimidad histórica. Pero ni eran descendientes puros de los godos, ni los godos pueden considerarse "España", pues su intención nunca llegó más allá de dominar a una población que trabajara para ellos.
En prindipio la lucha sólo estuvo motivada por el deseo de poder de unos cuantos nobles, que se separaron del Emirato. A partir de ahí, empezaron lentamente a ocupar territorios semi desérticos, dónde iban construyendo castillos para reforzar su presencia. En aquellos años las luchas fueron mínimas, más que batallas hubo "razzias" en las que las huestes del norte secuestraban habitantes de pequeños núcleos o de lugares aislados. Con el tiempo, el procedimiento les reportó un espacio dónde desenvolverse, y un ejército fuerte.
Entonces apareció la figura central: el oficio de la guerra. Castilla feudal implantó la guerra como oficio. El Emirato, el Califato y los Taifa pocas veces contaron con un ejército permanente. Almanzor, los Almorávides y Almohades y poco más. En los reinos del norte, en cambio, casi todos los varones formaban parte del ejército. Aquí, sí, al estilo visigodo. En consecuencia, continuamente necesitaban conquistar territorios para disponer de brazos que trabajaran para ellos, porque el trabajo físico estaba considerado degradante, único mecanismo para justificar el oficio de la guerra. Frente a eso, el Sur sólo podía oponerles médicos, profesores, filósofos, albañiles... pero muy poca capacidad defensiva, lo que explica el progreso de la supuesta "reconquista", desde la superación de la línea del Tajo.
Es una información de noticiasdealmeria.com:..
Estudió Filosofía y Marketing y es especialista en Historia.
Ha trabajado en prensa, radio y TV. Obtuvo el premio 'Temas' de relato corto por El Puente (1988), así como el '28-F' (2001), por La serie La Andalucía de la Transición, emitida por Canal Sur Televisión.
De su producción literaria cabe destacar: El País que Nunca Existió (1977), El Color del Cristal, novela (2001), La Importancia de un Hombre Normal, que narra la biografía de Blas Infante, (2003), Historia de Andalucía Para Jóvenes (2005), Grandes Infamias (2006) y De Aquellos Polvos... La Autonomía y sus orígenes históricos (2011)
Para el autor "la Historia es el espejo donde podemos vernos y conocernos, aunque, como está escrita por los vencedores, debe analizarse con espíritu crítico para poder interpretarla".
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