Compañeros de la Ley Mordaza

Estoy contra la llamada Ley Mordaza, y podría entrar a detallar las razones, pero desde luego no iban a variar mucho de la que ya han expresado determinadas organizaciones, y en especial las asociaciones de periodistas.

Por eso no voy a entrar en el debate sobre la misma ya que probablemente no pudiera añadir elementos nuevos de consideración, pero sí en el hipócrita comportamiento de algunos que se suman a protestas como la promovida por la Asociación de la Prensa en Almería en Puerta Purchena.

Junto a la estatua de un almeriense que renegó de su tierra andaluza liderando una organización nacionalista llamada Solidaridad Catalana, a quien igual le cuelgan una bandera de la II República habiendo sido presidente de la primera, o una bandera roja habiendo siendo profundamente clasista, es lógico que la confusión se arremoline.

Así, contra la Ley Mordaza protesta, por ejemplo, gente que ha amenazado a periodistas concretos de Almería, con nombres y apellidos, a los que le han dicho “te vamos a echar”, a los que le han advertido que su hijo y sus amigos “te van a sacar las tripas”, a los que les han dicho “no te vamos a dejar en paz como ya he hecho con otros”... y todo por que le desmontas el chiringuito dejando en evidencia de qué vive.

También era posible ver en la concentración a gente que ha vetado la presencia de determinados periodistas en sus entrevistas, sencillamente por que no les gustan sus opiniones, o a quienes andan reclamando la eliminación de una tertulia televisiva por lo mismo, por que les parece mal lo que dicen quienes a ella acuden.

En esa manifestación contra la Ley Mordaza aparecían personas que han negado publicidad a uno -o varios- medios sólo por su línea editorial, y de un modo tan claro que aún hay quien recuerda la frase “el partido ha dicho que a ti ni agua”.

Por si eso no es suficiente, allí era posible encontrar a personas cuyas organizaciones políticas defienden la eliminación de los medios de comunicación privados, y defienden los gobiernos de países cuyos dirigentes expropian aquellos medios privados que no le bailan el agua, o atemorizan a los periodistas independientes, o usan su televisión pública para que el presidente -nunca la oposición- de interminables alocuciones doctrinarias y hasta regale electrodomésticos a las familias como si fuera el concurso “Un voto, una lavadora”.

Es por eso que una manifestación en favor de una idea respetable, la de oponerse a una Ley -que como mínimo es innecesaria, y que como máximo es un ataque frontal a los derechos de los ciudadanos básicos en democracia- se convierte en algo... poco serio.