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Ejemplo ciudadano

lunes 04 de julio de 2016, 10:24h

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Las elecciones del pasado domingo han producido unos resultados que, sin ser definitivos, han aclarado sobremanera el panorama político español.

Los ciudadanos, con sus votos, han dejado bastante claro que continúan prefiriendo un Gobierno con alto grado de estabilidad, lejos de la radicalidad y la aventura representadas por las nuevas formaciones políticas, con programas políticos, en muchos casos, de imposible cumplimiento y mucho menos en la actual coyuntura económica.

Pero también el voto ciudadano ha entendido que no debía dar una excesiva mayoría a ningún Partido Político, exigiendo, por tanto, negociaciones para lograr grandes acuerdos en los temas controvertidos que a la sociedad le afecta de un modo especial. Temas como la Educación, la Sanidad, el Empleo, los Servicios Sociales, las Pensiones, la integridad de la Patria, necesitan consensos lo más generalizados posible o al menos entre las dos fuerzas mayoritarias que han caracterizado el bipartidísmo durante los años de democracia.

El resultado final impone el diálogo desde posiciones racionales y de responsabilidad y sentido de Estado. Sin embargo, esta lección ciudadana parece que no ha sido entendida por algunos de los Partidos participantes. La racionalidad impone que debe ser el PP, con sus casi 8 millones de votos, el que debiera encabezar un futuro Gobierno, porque así lo han querido una inmensa mayoría de españoles. No obstante, tanto PSOE como C´s han empezado por poner demasiadas “chinas” en el camino, manteniendo, incluso, el veto a la persona que, encabezando las listas del PP, el Sr. Rajoy, ha sido el preferido por los ciudadanos. El PP ha comenzado por abrir las manos, con generosidad pero con el lógico interés y necesidad, con el objetivo de alcanzar acuerdos que garantice, no solo la investidura, llegado el momento, sino la estabilidad del Gobierno, en un momento de importantes decisiones, tanto a nivel nacional como internacional, y lo suficientemente estable que evite vaivenes indeseables. Es natural que las formaciones negociadoras pongan sus condiciones para garantizar esa estabilidad, pero no es lógico que partan desde imposiciones y vetos que la ciudadanía no entendería, y que, desde luego, harían imposible alcanzar el objetivo que la mayoría deseamos: Que España deje de tener un Gobierno en funciones y, por supuesto, que se despeje cualquier duda sobre unas hipotéticas terceras elecciones que servirían para descalificar a toda una clase política, por irresponsable y por estar lejos de una realidad que la ciudadanía ha impuesto con su voto. De no llegar a acuerdos, supondría que no habían entendido el mensaje ni la lección de la ciudadanía.

Juan Megino

Médico y ex alcalde de Almería por el PP