Parto de que la propuesta hecha por la Asociación de la Prensa de Almería, llamar a la nueva biblioteca –cuando esté acabada- ¨Carmen de Burgos¨ ha sido muy bien acogida por los grupos políticos de la oposición –el PP aún no se ha pronunciado, pero no parece que pueda tener argumentos en contra, ni otra denominación alternativa-, ya que la biografía de esta paisana deja lugar a pocas dudas sobre su merecimiento.
Es por eso que me limitaré a destacar que la inabarcable Carmen de Burgos ya tiene a su nombre el principal paseo marítimo de la capital, y que lo lleva un premio que otorga la la Asociación de Periodistas - Asociación de la Prensa de Almería (AP-APAL) y la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), del Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía (CPPA) y de la Fundación Carmen de Burgos, que hay otro que entrega la Diputación de Almería para ensayos sobre igualdad, y que hasta la Universidad de Málaga otorga otro sobre divulgación feminista… y seguro que me dejo alguno… pero es suficiente como para dejar en evidencia que la figura de esta almeriense está suficientemente reconocida, como no podía ser de otra manera.
Tal vez por eso, convendría rebuscar otros nombres insignes a los que rescatar del olvido, otros nombres que aportaran nuevas referencias a la historia cultural almeriense, y a modo de ejemplo apuntamos dos.
Una de ellas es Algasaniya o La Gasaní, natural de Pechina, y cuya referencia aparece citada por numerosos autores moriscos entre 1424 y 1485, y que recoge Luis Gonzalvo en su obra “Poetisas musulmanas en España”, diciendo «que fue gran literata y hábil poetisa, y que escribía poemas en alabanza de los magnates; pero, en concreto, citan una larga casida referente al príncipe Jairán (el primer señor independiente de Almería, que floreció, según es notorio, por los años 1010 a 1028 de Cr.), en que imitaba la poetisa otro poema, obra de Abuomar Ahmed, hijo de Dirrach, y dedicado al mismo príncipe. Adabí inserta seis versos del principio de esta casida».
El periódico almeriense El Mediterráneo publicó el 23 de septiembre 1929 la traducción de uno de sus poemas realizada por el entonces cronista de la ciudad, Joaquín Santisteban Delgado, lo que pone en valor la relevancia de la autora y su conocimiento entre los intelectuales de aquellas fechas.
Podríamos aportar más datos sobre ella y su obra, pero quizá sea suficiente para tener una pincelada que demuestra que hay otras almerienses que también merecen un reconocimiento. El reconocimiento póstumo a una esclava de Jairán que escribía versos como:
“La claridad de la luna
da tristeza a las montañas.
Ellas son brillante espejo
que refleja hoy a mi alma
al ver, señor, que te alejas
de mi hermosa y rica patria
para como el sol brillante
ocultarte en tus murallas.”
Y de una esclava de Jairán, a la hija de Al Mutasin, el emir que tenía por bandera en la Alcazaba la que hoy es la de toda Andalucía, la poetisa Olmakirán, a la que se refiere el holandés Dozy en sus “Investigaciones acerca de la historia y la literatura española durante la Edad Media”. Se da la circunstancia de que la princesa almeriense estaba enamorada de un “gallardo joven” natural de Denia, y a él dedica gran parte de su obra, escrita en moaxahas y zéjeles.
Pero hay más datos sobre en ella en otros libros, como el del Barón de Schack en su “Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia”, en el que incluyó un fragmento que, a su vez recabó de otro autor, Juan Valera, quien lo había traducido previamente.
¿Quién extraña el amor que me domina?
Él solo le mantiene,
rayo de luna que a la tierra viene,
y con su amor mis noches ilumina.
Él es todo mi bien, toda mi gloria;
cuando de mí se aleja,
ansioso el corazón, nunca le deja
y le guarda presente la memoria.
Sin duda hay más nombres, pero dejamos para la reflexión estos dos, de mujeres, de mujeres de Almería, una de ellas esclava, otra noble, ambas musulmanas, ambas cultas, ambas dueñas de sus sentimientos; las dos con enorme reconocimiento entre los estudiosos de la materia durante siglos, hasta que el franquismo las enterró.
Carmen de Burgos es una digna sucesora de estas mujeres.