Fracasado el intento de recuperar las tierras tomadas por la nobleza, como los señoríos habían sido abolidos, pero solo en lo jurídico. En lo territorial mantenían intactas sus posesiones,el poder se planteó otra forma de ejercer el control sobre todos los rincones de España, y de recabar los ingresos que necesitaba. Consistía en igualar la administración, dando un tratamiento homogéneo al gobierno de cada una de las circunscripciones en que se hallaba dividida.
Pero, para que esta fórmula fuese viable y sobre todo, diera el resultado apetecido, debía ir acompañada de una nueva división territorial. Así lo que se planteaba, en teoría <sólo en teoría>, no era tanto la necesidad de imponer ese control y de ejercer más eficacia en la recaudación de impuestos, sino la de establecer una división administrativa que igualara todos los territorios.
Los cuatro reinos andaluces mantuvieron su estructura, , prácticamente intacta, hasta la creación de las Nuevas Poblaciones por Carlos III, las cuales se constituyeron en una nueva división, desgajada de los tres reinos -Jaén, Córdoba y Sevilla- en los que estaban enclavados.
Para las capitanías generales y las intendencias, existían dos demarcaciones: Andalucía, que ocupaba los tres reinos del valle del Guadalquivir, y Granada. Esta división se mantuvo con pocos cambios hasta época muy reciente.
A principios del siglo XIX, se puso en marcha la primera división administrativa por Jose Bonaparte. Se hizo a imitación de la francesa, hasta el punto de que las nuevas entidades se llamaran "departamentos", como en Francia. El objeto, como se ha dicho más arriba, era recabar ingresos, que se conseguían al quitarle a los reinos sus respectivos atributos. Estos departamentos coincidían casi a la perfección con los reinos. Solo Granada se dividió en dos, al crearse el Departamento de Málaga, que ocupaba parte de la actual provincia. Un nuevo departamento como territorios de Sevilla y de Granada, se trató del de Guadalete con capital en Jerez, que incluía toda la Serranía. Esta división sin embargo, no llegó a hacerse efectiva, a consecuencia de la guerra.
En 1813 y 1822, se realizaron nuevas divisiones, similares a la anterior, aunque ya con el nombre de "provincias", si bien algunos pueblos cambiaban de demarcación, al ser adjudicados a una u otra provincia, según los casos. Ambas divisiones fueron anuladas por la vuelta del absolutismo, en 1814 y 1823, respectivamente.
Por fin, durante la regencia de María Cristina en 1833, después de varias nuevas propuestas, un andaluz, el granadino Javier de Burgos, ministro del primer gobierno liberal, estableció la división administrativa en 49 provincias que quedó definitivamente aprobada con ligeros retoques, en 1837, y ha llegado hasta el momento actual. Algunos años después, la provincia de Canarias fue dividida en dos, con lo que se alcanzó el numero de 50 que hoy rige.
Por esta división, Andalucía perdió varios cientos de kilometros cuadrados. Los municipios de Albadalejo, Bienvenida, Fuencaliente, Villamanrique y Villapalacios, "salieron" de Jaen para pasar a depender de Ciudad Real. Parte de la sierra de Segura, con Riopar y Yeste, pasaron de Jaen a Albacete. En la parte oeste, los de Bodonal de la Sierra, Fregenal de la Sierra, Higuera la Real, Azuaga, Ahillones, Berlanga, Valverde de LLerena, Malcocinado y toda la comarca de Tentudia, perteneciente al reino de Sevilla, fueron traspasados a la provincia de Badajoz. Tambien hubo algunos cambios en la capitalidad de las provincias: Cadiz desplazó a Jerez en la nueva demarcación, que traspasaba la Serranía a la de Málaga; y Aracena y Ayamonte, anteriores prefecturas, perdían su lugar en beneficio de Huelva, que era elevada a capital de la nueva provincia.
El reparto también supuso el cambio interior de muchas zonas; Sevilla, por ejemplo, perdió los municipios de Alameda, Almargen, Álora, Antequera, Ardales, Campillos, Cañete, Peñarrubia, Sierra de Yeguas y Teba, que fueron "trasladados" a la provincia de Málaga.
La provincia que más parecido mantiene con el antiguo reino es la de Córdoba, aunque tampoco quedó intacta, pues ganó el municipio Fuente Palmera, con su pedanía Fuente Carretero, que habían sido desgajados del de Écija. Todavía algunos años más tarde, se agregó a la Puente de don Gonzalo la mitad del término municipal de Herrera, con su barrio de Miragenil, y se cambió el nombre al municipio por el actual Puente Genil.
Otra característica de la nueva división fue la participación de comarcas que mantenían una gran cohesión interna, como ocurrió entre otras, con Las Alpujárras, divididas entre Granada y Almeria, o el Aljarafe, repartido entre Sevilla y Huelva . En este caso la división ha sido tan completa, que la parte onubense ha perdido el nombre y ha pasado a denominarse "Condado", debido a que su mayor parte estaba ocupada por el de Niebla.
La creación de las provincias no ha conseguido romper, no obstante, las buenas relaciones existentes entre zonas separadas por los nuevos límites. No han terminado con el buen entendimiento entre Badajoz, Murcia o la parte del sur de La Mancha, con Andalucía. Pero para lo se ha demostrado más incapaz, ha sido para conseguir que se iguale el nivel de vida de todos los españoles, aunque se hacían con el objetivo de "igualar" la administración. Y es que, para hacer convergencia (económica, que solo eso puede igualar a los pueblos) lo único importante es promover el desarrollo de las zonas más desfavorecidas. En este sentido, la forma de división administrativa es más que secundaria.
Como hemos escrito al principio Andalucía perdió cientos de kilómetros cuadrados, muy importantes antes y ahora pero, asi fue el reparto de los territorios. Todos estos territorios que administrativamente estan hoy fuera de Andalucia superan los CINCO MIL KILOMETROS CUADRADOS