Que el Ayuntamiento de Almería presente un superávit de 26,6 millones de euros debía haber sido motivo de aplausos de todos los concejales, pero ha sido criticado hasta por Ciudadanos, el partido que con su abstención permitió la aprobación de los presupuestos municipales de 2016, y que con su voto favorable ha permitido la aprobación de los correspondientes a 2017. Es decir, que no sólo es un dato que rechaza la oposición “dura” de IU y PSOE, también la “blanda” de Ciudadanos.
Y es que no, por mucho que se empeñó la concejala del área, María Vázquez, ese superávit deja más sombras que luces a pesar de sus explicaciones.
Justificó la edil que las cuentas salieran así culpando a la Junta de Andalucía, e incluso al Gobierno central, ya que al no haber realizado inversiones comprometidas y que competían a acuerdos con el Ayuntamiento, al reservar éste su parte y no ejecutarse, el dinero había quedado ahí. Vale, pero eso, como tuvo que reconocer, solo representaba algo menos de la mitad del superávit, y tener que retrotraerse a casi dos décadas atrás para echar en cara a los portavoces de la oposición las cuentas que ellos firmaban durante sus gobiernos dejó en evidencia que no había mucho más que pudiera explicar que sobraran 26,6 millones de euros.
Más allá del detallado análisis que hizo la socialista Adriana Valverde sobre la ejecución presupuestaria, es cierto que la gestión económica del Ayuntamiento es muy buena, y es una administración cumplidora en el pago a proveedores, y también es verdad que la presión fiscal que soportamos es baja en relación a otras capitales de provincia, pero lo uno no puede ocultar lo otro.
Como mínimo, y siguiendo la explicación de Vázquez, hay 14 o 15 millones de euros que no se han invertido, pese a que en su momento se consignó que iban destinados a algo concreto, por tanto, si están ahí, es que eso no se ha hecho. La cosa no puede estar más clara.