Alguien que llega reconociendo que la credibilidad del Gobierno que representa está muy mermada, debería ser garantía de que no está dispuesto a empeñar su palabra si no es para recuperar esa confianza, que es lo que ha hecho el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, en su visita a Almería.
Por tanto, el primer gesto del ministro, el de venir personalmente y dar la cara, se ve complementado con esas disculpas, que es algo inusual dentro del ámbito político, donde todo incumplimiento se solventa con excusas de mal pagador.
Cuando nos contaba a los medios los plazos en los que tiene previsto desarrollarse el proyecto de Corredor Mediterráneo, lo hacía de un modo muy concreto y explicando las razones. Por ejemplo, que los tramos existentes ya –inactivos, túneles tapiados, sin ir más lejos- deben someterse a un nuevo proceso ya que no están adaptados a la Ley de seguridad ferroviaria de 2015, que los pliegos que había para nuevas licitaciones tampoco valen por la misma razón, y que además hay que hacer proyectos para los nuevos.
De la Serna, que es ingeniero de profesión, sabe de qué habla, y eso también se nota. Por eso se le entiende perfectamente cuando explica que no es necesaria la doble vía en todo el recorrido, y que estará en dos tercios del mismo, y aun así, el trazado se ha previsto para el doble de tráfico del que se dará en el escenario más optimista. Es decir, que el proyecto permite hasta 10 trenes diarios a Madrid ¡uno cada tres cuartos de hora! y seis a Barcelona… por lo que existe una flexibilidad suficiente para el transporte de mercancías. Pero eso hay que verlo con los empresarios, y es lo que ha hecho el ministro también.
Lo que está claro es que el ministro ha empeñado su palabra por una razón fundamental, y es que ha reiterado que hay disponibilidad presupuestaria para acometer el proyecto, por lo que la falta de dinero no podrá ser utilizado como excusa. También ha dicho que todos los tramos pendientes se contratarán a la vez para que todos empiecen más o menos al mismo tiempo, y ese es otro dato al que estaremos bien atentos en Almería.
Los plazos en todo caso son cortos. Entre ese año y principios del próximo se harán todos los proyectos y los informes correspondientes, 2018 y 2019 para expropiaciones e inicio de obras, de tal forma que en 2013 el Corredor del Mediterráneo sea una realidad. De lo que no cabe duda es de que en menos tiempo no puede hacerse, y lo que hemos de ir vigilando es que no lo sea en más.
Hemos perdido un año con un Gobierno en funciones, y luego ha estado el problema con Sacyr, que se ha quitado de en medio tras anunciar que sí continuaría con el proyecto adjudicado. Y antes, con la ministra Ana Pastor, la prioridad parece ser que fue pagar la deuda inmensa que había generado el Gobierno socialista, aunque De la Serna la defiende en ese sentido, deja en entredicho que con ella sí se anotaran partidas para el AVE a Almería que nunca se cumplieron, mientras él rechaza hacer eso.
El ministro ha cumplido con las exigencias que planteaba la oposición y la Mesa del Ferrocarril, en el sentido de que se disculpara por la falta de gestión –por los motivos expuestos- y de establecer un cronograma de actuaciones. Ahora está que cada cual le crea o no, y hay quienes tenían la nota de prensa crítica escrita antes de oírle hablar, y quienes tenían las declaraciones escépticas preparadas antes de que él terminara su rueda de prensa.
Entre otras cuestiones tuve la oportunidad de preguntarle por algo que a todos nos inquieta, y es que si la Mesa del Ferrocarril sostiene que quitando unas cuentas señales los tiempos con Madrid se podrían reducir, por qué eso no se hace. El ministro sonrió, y miró a los lados, donde además de políticos, había técnicos, y contestó que si fuera tan fácil se habría hecho, y que no lo es, que sí, que está en estudio, pero no es tan simple.
En todo caso, los problemas de Almería no son una excepción ni mucho menos. Hay unos 75 tramos ferroviarios del Corredor en todo el territorio del Estado con problemas similares, y en algún caso peores.
El ministro ha sido muy realista. Podría haber llegado prometiendo… y ya te veré en las elecciones… y sí, habrá elecciones generales, pero para entonces las obras deben estar en marcha… y ya nos veremos.
Cuando alguien –aclaro, no político, y mucho menos próximo al PP- dijo en tono entiendo que irónico, que si los plazos se cumplían, él sería el primero en pedir una placa con el nombre del ministro, éste contestó también en tono jocoso que en su ciudad, las placas sólo podían ponerse a los muertos… que él, con un gintonic, le valía. En rato me paso por el “super”.