El cine de los ricos y la tele de los pobres
Anabel Lobo, periodista
miércoles 23 de abril de 2014, 10:55h
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La Semana del Cine nos puso los dientes demasiado largos. Permitiéndonos ver películas de hoy a precios de ayer, nos mostró un paquete de caramelos del que sólo hemos podido saborear uno. Todos los aficionados al cine coincidieron en que era un acierto, y en que debería repetirse la actuación. Sin embargo parece que económicamente los profesionales comentan que no les sale bien la jugada, ni a los empresarios del cine ni a las productoras. Pero, ¿ no estábamos defendiendo la Cultura?. ¿O es que al final siempre prima la Economía frente a cualquier manifestación artística? Comprenderán ustedes que es una pregunta retórica, ya sabemos todos lo que hay. Y ahora a ver quien le pone el cascabel al gato…
Mientras escuchamos hablar de que van a desaparecer los céntimos de euro y nos preocupamos por el nuevo y previsible redondeo, intentamos llegar a fin de mes sin el ocio pagado de antes, perjudicando con ello a muchos empresarios, entre ellos los del cine. Pero observemos que tras comprar cualquier cosa, véase un regalo en forma de perfume en una de esas tiendas que emulan a los grandes perfumistas, por lo que pudiera parecer también una módica cantidad: 20,30 euros, es decir 3.378 pesetas, y pagar los recibos y la hipoteca y otros préstamos y lindezas que nos acompañan a precios que nada tienen que ver con nuestros sueldos, no nos queda ni cash ni plástico para ir al cine, y vamos, que ya no nos queda ni para ir a la compra. Así que nos acercamos más a las series de salón que nos salen gratis, o casi. Y vemos algo que nos evade de la cruda realidad y nos transporta a un mundo evanescente del que podemos ser protagonistas sin sufrir, al contrario de lo que sucede en la vida real.
¿Recuerdan ustedes aquellos maravillosos años?. Y no me refiero a la serie que se denomina así, sino a cuando nos sentábamos toda la familia junta a ver Kunta Kinte o El Pájaro Espino, series que alimentaban nuestra imaginación y nos sorprendían cuando todavía había de qué sorprenderse, cuando los abuelos venían a ver la tele en color a nuestra casa porque nuestros padres acababan de comprar esas enormes teles con un gran culo, para poder ver el mundial de fútbol desde casa, “mejor que en el campo”. No es que yo piense que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sin duda, alguno lo fue.
De las series de salón que he visto recomendaría Lost, un mundo imaginario del mismo J.J. Abrahams que nos ha tenido entretenidos hace poco con La Cúpula. Y en otro orden de cosas, Revenge, que es de una mujer valiente y desesperada que degrada el mundo de la opulencia vengando a su padre. Y si les gustan los vampiros y la gente guapa nada mejor que True Blood, por supuesto. Mad Men o The Walking Dead también son recomendables, cada una en su estilo. Si se ponen a buscar sin duda hay donde escoger. También “Made in Spain”, con anuncios incluidos (la regulación de la publicidad es un auténtico expediente x. en España), como El Tiempo entre Costuras o Isabel. Pero ahí ya no nos parece que estamos en el cine, aunque sí es cierto que nos conectamos a masa y al día siguiente sabemos de qué hablar con la vecina de al lado, y eso, socialmente, es lo que prima.
En fin, disfruten ustedes de su serie, y ahorren, si pueden, que dentro de nada tenemos aquí otra Navidad para gastar, con redondeo y con el IVA al 21 por ciento, de momento…
Periodista.Licenciada por la Universidad Complutense.Título (Máster) en Identidad Corporativa por ESIC y uno en Gabinetes de Instituciones por Corporación Multimedia.Fue becada por Radio Televisión Española y Telemadrid. Ha colaborado en los suplementos económicos de Cinco Días.Técnico de comunicación para la Dirección General de Empleo de la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid.
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