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La ley zombi

Por Daniel Garofano Luque
miércoles 23 de abril de 2014, 10:55h

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La ley Wert nace y se transforma ‘ipso facto’ en un muerto viviente, murió desde el principio y en su trámite final, ni fue votada a favor por partidos tradicionalmente favorables a las leyes del rodillo de las mayorías absolutistas en nuestro Parlamento.

La ley Wert es un zombi, da miedo por algunas de sus ideas con tufillo a naftalina y se desplaza con lentitud y dificultad, puesto que se topará con la realidad de su ineficacia para erradicar los males del sistema educativo a partir de Septiembre de 2014, no llegándose a poner en marcha en secundaria y bachillerato hasta 2015 (año en el que nos toca volver a votar oficialmente).

Como todo muerto viviente, esta ley carece de sentimientos, inteligencia y habilidad, pues la solución educativa para el alumnado en este país se basa en la competitividad y en lo que interesa para salir bien en la foto PISA, de la Calidad que aparece en las siglas de la ley o del aprendizaje más allá del resultado lo mismo no nos enteramos, da la impresión que no queremos pensantes, queremos caminantes. La ley Wert, una ley con nulo consenso, cuya única meta es devorar cerebros se agarra a tres argumentos mediático-efectivos (fracaso escolar, abandono temprano y resultados PISA); al final, todo nos lleva a otra ley educativa (y van 7), pero esta ley, antes de darle la extremaunción ya tiene su esquela.

La ley Wert se abre paso a machetazos (como le gusta al ministro), poniendo de acuerdo a casi toda la comunidad educativa, sindicatos de todo pelaje y partidos políticos de varios espectros. Eso sí, nos recuerdan desde el gobierno, que las protestas, manifestaciones o huelgas son ideológicas, que no lógicas, perdiendo de vista que esta ley también lo es y que hasta cierto punto se entiende, pues elaborada por un partido con una ideología, con artículos que refuerzan la religión, condenan las enseñanzas artísticas, permiten pagar con nuestros impuestos centros segregadores, mutilan los agentes democráticos de los centros o profundizan en la competitividad, emprendimiento y rendición de cuentas por resultados, no nos podemos creer que la LOMCE sea una ley neutra.

Sin embargo, lo que deberían haber empezado hace tiempo a pensar los gobiernos de este país, es que más allá de imponer unas ideas, hay que imponer un consenso de todas ellas y utilizar la lógica de lo que tiene que ser un sistema educativo de una democracia del siglo XXI y no del XIX. Una educación que financiada con los impuestos de todos, debe ser pública, que no excluya o esconda a los que menos pueden, que le dé una vía de progresar a todo el alumnado y que no contente a las minorías por cuestiones como la religión o la falacia de la libre elección de centro.

El ministro tiene razón en una cosa, el sistema educativo necesita mejoras y ya nos gustaría tener un sistema parecido a los más eficientes de Europa, pero ¿Saben cuál es el problema?; que no somos Finlandeses, que no vale decirle a la opinión pública, de manera ventajista, que el profesorado de allí es el más preparado y con mejores notas de la Universidad y luego mirar hacia otro lado cuando se habla de cuál es la inversión allí en educación, de cuantos alumnos hay por aula ,de cuál es el porcentaje de escuela pública o que es lo que pagan las familias finlandesas por los servicios educativos.

No nos vale decir que aquí hay una tasa de abandono escolar del 30% y no decir que esa tasa es de la época del ladrillazo y que la de 2012, oh casualidades, con la burbuja explotada, está en un 24,5% (mala de todas formas). No nos vale decir que en PISA estamos por debajo de la media de la OCDE y no hablar de porque con el mismo sistema educativo, en Navarra ,País Vasco o Castilla-León están por encima de esa media; no nos vale decir que nos gusta mucho el sistema anglosajón y que en la LOMCE lo vamos a cuasi-calcar y luego no mirar donde están estos países en los mismos informes, no nos vale decir que estamos 8 puntos por debajo en dichos informes y en 2009 ,que éramos los 2ºs con un sistema más igualitario, hayamos ampliado las diferencias socio-culturales en este aspecto.

En definitiva, no nos vale mostrar los datos que les convienen y esconder los demás, no nos vale la simpleza del titular sin ningún riguroso análisis histórico-cultural, no nos valen las leyes educativas sin consenso y que por ello condenan al sistema educativo a giros de 360 grados cada 5 o 6 años.

Daniel Garofano Luque

coordinador del Área de Educación de Izquierda Unida Almería